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kronika | novedad, bares y alcohol

Sidra con limón, nueva tendencia alcohólica, solo en sanfermines

Los sanfermines llevan el alcohol incorporado. Desde el día 6 hasta el 15 bien amanecido, las calles de Iruñea son una coctelera de bebidas repartidas, casi a partes iguales, en katxis, hígados, suelo y ropa.

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Aitor AGIRREZABAL

No importa los días de fiesta que se lleven acumulados, ni el agujero que dices tener en el bolsillo, lo importante es que ver a la gente vestida de blanco produce una inmediata necesidad de ingerir grandes cantidades de bebidas espirituosas. Ejemplo de ello es que pese al vaivén de camiones por Alde Zaharra de Iruñea durante la pasada semana con el fin de proveer a los bares y peñas, podemos observar como muchos de ellos siguen necesitando reponer las neveras día tras día.

Es necesaria una habilidad especial para tirar 15 cañas por minuto mientras otros tantos sedientos exigen reponer sus tragos desde el otro lado de la barra. Esto, 24 horas seguidas durante nueve días. Y es que si algo no tienen los sanfermines son horarios. Lo mismo se pide un pacharán a media tarde, que un cubata para soportar los fuegos o que una cerveza para acompañar el frito del desayuno. Pese a que algunos deciden que las 10 de la mañana no son horas para comenzar a estropear el cuerpo y apuestan por hidratarse con un mosto, otros refrescan la mañana con la primera litrona del día, mientras que alguno intenta acabarse el último trago del día anterior.

A partir de ese momento la veda está abierta y cualquier persona que no pida alcohol será mirada con intriga y desconfianza. En cualquier barra sanferminera se pide de todo. Desde la cerveza fresca que permite que los sanfermines sean una carrera de fondo, hasta chupitos de orujo sin alcohol. Imaginación sanferminera. Y de eso sobra estos días en Iruñea.

Hay quien mantiene sus costumbres alcohólicas del resto del año, tan solo incrementando la dosis semanal, mientras que otros aprovechan el desconcierto de las calles repletas de gente para pedir las combinaciones que en ningún otro momento o circunstancia se atreverían. Desde aquellos que, delante de los amigos, te piden que hagas como que le pones un cubata, pero que le eches solo tónica, pasando por los cubos con vodka, lícor de mora, manzana y sunny, hasta llegar a pedir algo inaudito, sidra con limón. Toda una osadía. Si alguien sale vivo de Iruñea después de atreverse a probar algo así, debería colocarse un busto suyo junto al que tiene Ernst Hemingway.

El kalimotxo, sin fronteras

Estas poco atractivas novedades, sin embargo no hacen sombra al kalimotxo, que por su cuenta decide que el color de estas fiestas es el rojo por encima del blanco. Por ello, no hay iruindarra que no llegue a casa con una camiseta que se asemeja más a aquella que el Athletic presentara en el año 2005 que a la blanca con la que salió de casa. Esta bebida tan nuestra ha hecho de las fiestas de Iruñea su mejor escaparate, tanto que hasta el «New York Times» le dedicó una columna. «Un placer inconfesable», definía la autora Rosie Schaap. Seguramente, no hablaba de la mezcla de tirador que se sirve durante estos días, sino de algo realizado con un poco más de gusto. Explicaba cómo elaborarlo y remarcaba que «es ideal para las tardes, cuando tienes aún un largo día y una larga noche por delante». Bien sabe cómo funcionan los sanfermines.

Parte de la fiesta, parte de Nafarroa, siempre ha sido la bota de vino. Se sigue utilizando, pero no suelen ser los navarros los que la usan. Utilidad adecuada, ya, casi nadie. Son los visitantes que tenemos en las calles de Iruñea estos días los que compran una en cualquier esquina de Estafeta. Algunos, pocos, la llenan de vino, un cartón cualquiera, y parecen saber qué es eso de la bota. Otros, sin embargo, cumplen con el ritual de comprarla, pero a la hora de elegir la bebida se decantan por probar la sidra, también local, pero que desde una bota no puede (ni debe) saber igual. Venir, ver y beber.

Lo último les suele salir bastante caro. Los precios inflados son otra insana tradición sanferminera. Tres coca-colas a 12 euros o el café a 1,90. A estos precios lo más normal es que la gente se dé al alcohol.

 

 

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