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CRíTICA: «Los Pitufos 2»

En un feliz planeta azul el color gris no tiene cabida

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Mikel INSAUSTI

No me ha parecido tan mala como la primera, aunque preferiría no tener que juzgar «Los Pitufos 2» por separado. La película de 2011 fue un tremendo shock, que vino a sumarse al que había provocado un año antes «El Oso Yogui». De una tacada se habían cargado dos entrañables series animadas de Hanna-Barbera, y es como si nos robaran una parte de nuestra infancia y de la posterior etapa peterpanista. En ninguna de ambas adaptaciones funcionaba la combinación entre imagen real y animación, pero pasado el susto inicial ya te vas acostumbrando a lo que hay. La audiencia soberana es la que decide, y la buena respuesta del público familiar ha propiciado de momento una trilogía pitufa.

La leve mejoría apreciable en «Los Pitufos 2» con respecto a su precedente se debe a varios factores: el 3D, el guión, el reparto y las canciones.

El sistema estereoscópico no es utilizado de una forma espectacular, puesto que tampoco es cuestión de asustar a los espectadores menores de seis años. Pero sí que la perspectiva en relieve le da esa impresión tan grata de cuento recortable, que le va muy bien sobre todo en la introducción a cargo del Pitufo Narrador, relativa al origen de Pitufina.

El argumento juega con más escenarios y personajes, dando lugar a pasajes con encanto como el del vuelo en cigueña sobre París. Los Malotes, llamados Vexy y Hackus, cumplen su función dentro de la guerra de colores entre el gris y el azul, un conflicto alegórico que representa la capacidad de transformación generada por la esencia de Pitufo, resumible, según la sabiduría de Papá Pitufo, en el pensamiento: «No importa de donde vienes, lo que importa es quién decides ser».

Dicha filosofía enlaza a su vez con el mensaje familiar de fondo, y que se dirime de forma paralela en la dimensión humana. El reparto sube enteros con la presencia del actor irlandés Brendan Gleeson, que aporta un humor menos físico que Hanz Azaria como Gargamel, haciendo del padrastro del protagonista. Las canciones también son más divertidas, con Britney Spears y su «Ooh La La».

 

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