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David González Miembro de la Brigada de Askapena en Bolivia 2013

América Latina: creando un mundo nuevo

Hoy, 500 años después del descubrimiento del Nuevo Mundo por los europeos, es en América Latina donde se están creando las bases de un mundo nuevo

Los pasados 31 de julio y 1 y 2 de agosto se celebró en Cochabamba, Bolivia, la Cumbre Antiimperialista y Anticolonialista de los Pueblos de América Latina y el Mundo. Miembros de la brigada de Bolivia de Askapena hemos tenido la suerte de poder participar en la misma como representantes de Euskal Herria.

Convocada de urgencia tras la agresión protagonizada por los gobiernos de Francia, España, Italia y Portugal al retener al presidente Evo Morales el pasado 2 de julio en Europa, se ha convertido en un punto de reunión de los países y los movimientos revolucionarios y progresistas de América Latina. Más de 1.200 delegados y delegadas de práctica- mente todos los países de América Latina y el Caribe, Estados Unidos, Canadá, China, Kurdistán, Euskal Herria, estado español y estado francés han tomado parte en la cumbre.

Las resoluciones finales se han concretado en seis puntos, discutidos en sendas mesas de trabajo:

Lucha contra los instrumentos imperiales de dominación como la OTAN; fortalecimiento de la alianza y la movilización de los pueblos para impedir la restitución del neoliberalismo; promoción de una descolonización real; reivindicación de los derechos humanos y de la Madre Tierra desde la visión de los pueblos; lucha contra el espionaje y la injerencia imperialista; control de los pueblos sobre los medios de comunicación para luchar contra el colonialismo y la desinformación. Analizando lo acontecido en Cochabamba estos días, cabe realizar algunas reflexiones sobre la cumbre y sobre el momento actual que se está viviendo en América Latina.

En primer lugar hay que destacar el optimismo que se respiraba entre los asistentes a la cumbre, reflejo del optimismo que se vive en América Latina ante un momento histórico de cambio, por primera vez protagonizado, y no sufrido, por los pueblos del subcontinente. En los años 60 el único referente revolucionario y alternativo de América era Cuba. En los 70 la experiencia del Chile de Allende o en los 80 la de Nicaragua, islas en un mar de gobiernos neoliberales, eran acalladas por los agentes del Imperio. Sin embargo en el momento actual, el ALBA, el bloque unido de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros estados del Caribe, es una realidad que cada vez con más decisión marca la agenda de América.

Segundo, la verdadera capacidad de alternativa. Los debates generados en la Cumbre y los puntos aprobados son eminentemente propositivos y hablan de integración, de la creación de organismos de coordinación y formación o de agenda común de lucha. Y esas propuestas tienen capacidad real de aplicación porque los movimientos que las sustentan han llegado al gobierno de sus países. Se trata de planteamientos alternativos al capitalismo imperante en el mundo, y así el socialismo comunitario boliviano se une al socialismo del siglo XXI de Chávez, junto al concepto del «buen vivir» y del res- peto a la Madre Tierra y se convierten en referentes para América Latina y el mundo entero.

Tercero el protagonismo de Evo Morales. Si bien desde un punto de vista eurocentrista nos resulta un tanto ajeno el personalismo de los procesos americanos, no se puede comprender lo que está ocurriendo en América Latina sin hablar de personalidades como la de Chávez, y el lema mil veces coreado en la cumbre «Chávez vive, la lucha sigue», no es un lema vacío, es una realidad. De alguna manera, tras la muerte de Chávez los procesos bolivarianos se habían quedado huérfanos de una figura que los representara. Esta cumbre viene a impulsar la proyección de Evo Morales como líder de los pueblos que luchan contra el imperialismo y a integrar más a Bolivia en esa lucha. El proceso boliviano adolecía de una escasa proyección exterior, concentrado en sacar al país del puesto de país más pobre de Latinoamérica sólo por delante de Haití.

Cabe realizar una serie de consideraciones desde el punto de vista de Euskal Herria. Al respecto, la principal sensación que nos queda a los que hemos participado en la cumbre es la de una sana envidia. Envidia ante la realidad del Estado plurinacional de Bolivia, que reconoce como naciones a los 36 pueblos que lo conforman, frente a los estados de Francia y España, que sólo reconocen una única nación indivisible, la francesa y la española.

Envidia también por la vitalidad de los movimientos sociales latinoamericanos y por la capacidad real de alternativa que están creando. La izquierda y los movimientos sociales de América latina están protagonizando un proceso que va a cambiar su conti- nente, frente a una Europa con una izquierda confusa, débil y sin referentes, con una población apática y desorientada, con unos movimientos sociales que apenas están empezando a reaccionar frente al ataque que el neoliberalismo está realizando contra el estado del bienestar, o que, a pesar de toda su lucha, como en Grecia, no son capaces de ofrecer una alternativa real al modelo capitalista que impera en Europa desde hace casi dos siglos. Hoy, 500 años después del «descubrimiento» del Nuevo Mundo por los europeos, es en América Latina donde se están creando las bases de un mundo nuevo.

Y finalmente, destacar la importancia que tiene para la izquierda independentista vasca la participación en este tipo de cumbres. En el encuentro de Cochabamba se ha hablado de la diplomacia de los pueblos, de la soberanía de los pueblos, especial- mente de los latinoamericanos, pero también de los del mundo, e indudablemente es el tipo de foro en el que a Euskal Herria, como pueblo originario europeo inmerso en un proceso de liberación nacional y social, le interesa participar, sorteando los obstáculos que impone la concepción del estado-nación y uniendo su voz a la de otros pueblos que comparten sus luchas.

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