La desabrida reacción del PSE a la celebración de una conferencia de paz en Donostia, con la participación de autoridades de ámbito local de todo el mundo y que prestará especial atención a las ciudades ubicadas en áreas de conflicto, está fuera de lugar. Es incomprensible incluso dentro de lo farragosa en que ha convertido la actividad política la búsqueda constante de réditos particulares, también en temas que deberían permanecer ajenos a las cuitas entre partidos. Las declaraciones de Ernesto Gasco y de Odón Elorza, anunciando su no asistencia al foro y asegurando que el mismo no aportará nada, no se entienden si no es como consecuencia de su obsesión con el partido gobernante en la capital guipuzcoana y su disposición a boicotear todo lo que provenga del gobierno municipal.

Si ese es el ánimo que guía sus intervenciones, los dirigentes del PSE estarán cometiendo un error mayúsculo. La iniciativa del consistorio se enmarca dentro de los esfuerzos que a su juicio todos los agentes sociales, políticos y también institucionales deben hacer para asentar en este país una nueva realidad basada en el diálogo, el respeto y la búsqueda de soluciones, así como hacer de Donostia una referencia en esta materia. La conferencia pretende favorecer un espacio de reflexión y tiene vocación de ser lo más participativa posible. No se entiende, por tanto, el categórico rechazo expresado por quienes mientan la palabra «paz» cada vez que tienen ocasión. Tampoco se explican, por otra parte, las cautelas expresadas por el jeltzale Eneko Goia.

¿Cuál es el problema de celebrar una conferencia? ¿Que no la han organizado ellos? Está en su mano organizar todas las que quieran, y todas ellas serán bienvenidas sea su aportación grande, mediana o pequeña. Lo que no es de recibo es que quienes tan perezosos se muestran a la hora de dar pasos a favor de la paz critiquen todos los que dan quienes llevan caminando desde hace tiempo. Va siendo hora de que también ellos presenten sus propuestas, si es que tienen alguna.