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Tafalla arranca las fiestas con prisas y entre gritos de «UPN, kanpora!»

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Aritz INTXUSTA | TAFALLA

El encendido del cohete tafallés cayó este año en manos del PSN. El tiempo acompañaba y la plaza se puso a rebosar, pero no solo de gente, también de reivindicaciones. Pequeñas ikurriñas de mano aguantaban bajo el balcón, en el sitio de mancharse, y poco más allá les seguían pancartas contra el TAV (que ya amenaza con acercarse a estas tierras), en favor de los presos y contra los desahucios.

Cuando quedaban poquísimos minutos para las 12.00 estalló un griterío unánime. «UPN, kanpora!», cantaban los tafalleses y el sonido entraba hasta bien adentro de los salones consistoriales. Al final, los ediles del PSN salieron al balcón. La gente no calló y, quizá por nervios o por emoción, dieron una bienvenida muy rápida a las fiestas y prendieron el txupinazo de forma inmediata. El cohete salió volando y estalló, los concejales se metieron de nuevo para dentro y, al mirar el reloj, resulta que aún no se había llegado al mediodía.

Si las fiestas de Iruñea empezaron 18 minutos tarde -porque se le atragantó a un edil del PSN una ikurriña- las de Tafalla arrancaron dos minutos antes gracias a otros compañeros de partido. Roberto Jiménez, que acudió al inicio de las fiestas para arroparles, decidió que tampoco le merecía la pena asomarse al balcón

La presidenta Yolanda Barcina, tras encadenar abucheos espectaculares en Lizarra y Cadreita, decidió no viajar hasta el txupinazo tafallés, pese a que es una ciudad clave en Nafarroa y que está regida por su partido. Cristina Sota, la alcaldesa, fue además de las que apostaron por ella en la rebelión de Alberto Catalán, quien, por cierto, tampoco se dejó ver por la ciudad.

El tempranero inicio cayó pronto en el olvido de los congregados, que se marcharon de la plaza haciendo fila tras las txarangas de las peñas. Como ocurrió en Iruñea, el escándalo de la CAN acaparó buena parte de las pancartas de la ciudad del Zidakos, probando que el Supremo no ha podido exonerar del todo a la presidenta navarra.

Cerca de la plaza, en la esquina del Pasa, se celebró un brindis por los presos y por los que no pueden venir a fiestas. El año pasado fue Inés del Río la más recordada, puesto que la sentencia de Estrasburgo en favor de la vecina del pueblo estaba bien cercana y la decisión del Gobierno español de no cumplirla, todavía más. En esta ocasión, los tafalleses se acodaron más de Ioni, preso y enfermo de cáncer.

Desde esta mañana comienzan los encierros, que tienen fama de ser de los mejores para correr y que algunos combinan con los del Pilón de Faltzes.

La novedad de las fiestas es la desaparición de las txosnas junto a la ikastola, que este año han renacido convertidas en Jai Gune cerca del Parque del Conde. Esta tarde hay cita bajo la enorme carpa para una comida popular donde coger fuerzas para otras seis noches más.

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