El soldado estadounidense Bradley Manning, responsable de la mayor filtración de documentos secretos estadounidenses sobre las guerras de Irak y Afganistán y cables diplomáticos a WikiLeaks, pidió el miércoles perdón por las consecuencias de sus actos. «Quiero empezar por pedir perdón», señaló el joven, que se enfrenta a una condena de 90 años de prisión en caso de ser hallado culpable de actos de espionaje.

En el último día de las alegaciones de la defensa antes de dictar sentencia, con la voz entrecortada y nervioso, Manning leyó una breve declaración final no jurada en la que lamentó que sus acciones «causaran daño a gente, causaran daño a EEUU», en un momento en el que «luchaba con muchos problemas» personales.

Uno de sus abogados indicó el miércoles durante el juicio que se ha desarrollado en el tribunal militar de la base de Fort Meade, cerca de Washington, que Manning siempre sufrió por una disfunción en identidad de género, y que la hipermasculinidad de las Fuerzas Armadas norteamericanas agravó su condición mental, en lugar de ayudarlo.

Esas luchas internas fueron expuestas en la misma sesión por dos sicólogos que le trataron. Uno de ellos, el capitán David Moulton, le diagnosticó «desorden de género», trastornos de personalidad y síntomas del síndrome de Asperger (variante de autismo), y afirmó que su motivación no fue el reconocimiento personal, como dice la Fiscalía, sino «cambiar el modo en que el mundo veía las guerras de Irak y Afganistán y los conflictos del futuro».

El exanalista de 25 años de edad ha reconocido siempre haber filtrado a WikiLeaks 750.000 documentos militares y diplomáticos clasificados que detallan injerencias de los departamentos de Estado y Defensa en múltiples territorios extranjeros, pero niega categóricamenta haber querido perjudicar a EEUU al insistir en que solo esperaba provocar un debate mundial.

Manning, detenido en mayo de 2010, fue exculpado a finales de julio del cargo más grave, el de colaboración con el enemigo, en este caso Al-Qaeda, y declarado culpable de otra veintena, entre ellos violar la ley de espionaje y robo.

En su declaración final dijo estar dispuesto a pagar un precio por las «no intencionadas consecuencias de sus actos» y por haber sido un iluso al pensar que podría «cambiar el mundo», al tiempo que pidió una oportunidad para volver a «reintegrarse en la sociedad». Aclaró que con sus acciones solo quería ayudar al pueblo de EEUU.

La persecución del Pentágono se intensificó sobre todo tras la difusión de un vídeo que mostraba helicópteros de EEUU interceptando el 12 de julio de 2007 a un grupo de iraquíes contra el que deciden abrir fuego, disparando a niños, mujeres y hombres desarmados entre los que había periodistas de Reuters.