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Fernando carrión galarza | exdelegado de lab en inasa

«Hemos luchado hasta el final, era nuestra obligación»

La empresa Inasa de Irurtzun, en la que trabajaban 160 personas, está siendo desmantelada pese a los esfuerzos llevados a cabo por sus extrabajadores, convencidos de que podían impedirlo, aunque al final se ha impuesto «la fuerza de las armas», en palabras de Fernando Carrión, quien denuncia que las instituciones les han dejado solos. Reconoce estar cansado, «pero nunca derrotado. Nuestra obligación era luchar hasta el final, y así lo hemos hecho», subraya.

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Joseba SALBADOR |

Después de toda una vida -32 años- trabajando en Inasa, Fernando Carrión ha sido testigo excepcional del deterioro experimentado en los últimos años por esta empresa y cuyos motivos no termina de comprender. «Son intereses de las multinacionales que se nos escapan», afirma. Se muestra convencido de que Inasa, dedicada a la fabricación de papel de aluminio, era una empresa absolutamente viable, con una maquinaria puntera y una plantilla cualificada, y es por ello que han luchado hasta el último minuto por evitar su cierre.

Desde que se ejecutaron los despidos, hace ahora justo un año, no han parado por tratar de conseguir que la empresa reanude su actividad y se recuperen los puestos de trabajo. Pese al desgaste que supone mantener esa lucha en un periodo tan prolongado de tiempo, el pasado miércoles sacaron fuerzas para tratar de impedir la salida de los camiones con la maquinaria.

Sí, después de doce meses de lucha, el cansancio ha hecho mella en nosotros y nos ha pasado factura, pero no podíamos dejar que los camiones salieran como si nada. Estamos cansados, abatidos, pero no derrotados, y por eso hicimos un último intento por evitarlo. Hace dos meses conseguimos paralizar de forma cautelar el desmantelamiento y echar a los ingleses de aquí, y eso nos dio mucho ánimo para volver a intentarlo, sobre todo cuando nadie daba un duro por nosotros, pero al final, nos han dejado completamente tirados y el desmantelamiento es ya un hecho.

Así pues, en un momento determinado, creyeron que iban a conseguirlo.

Así es. Si no hubieran venido con la fuerza armada, lo hubiéramos conseguido. Pero ellos tienen el poder político, el económico, y también las armas, y ante eso es muy difícil pelear. [A la hora de efectuar esta entrevista, al mediodía de ayer, la Guardia Civil seguía apostada a la entrada de la fábrica y requirió la documentación a los periodistas].

En cualquier caso, están pagando un precio muy alto. Además de las personas imputadas por la protesta del miércoles, hay un trabajador que tuvo que ser trasladado en ambulancia al hospital.

Sí, se rompió los dos talones cuando saltó una valla para escapar de la carga policial. Ahora tiene que estar tres meses con las dos piernas escayoladas. Ha sido muy duro, sí.

¿Cree que la lucha ha merecido la pena?

Por supuesto. Aunque no hemos conseguido parar la salida de camiones, lo que nos ha causado una terrible impotencia, también hay que decir que tenemos la conciencia tranquila, porque hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos. Por una parte, las gestiones ante la administración concursal, el Gobierno de Nafarroa y con los nuevos inversores, y por otra, las movilizaciones delante de la empresa. Hemos tocado todas las puertas, y eso es algo que estábamos obligados a hacer. Estamos orgullosos de ello. Además, estamos convencidos de que nuestra lucha servirá para que otros aprendan y se den cuenta de que hay que luchar hasta el final, que no hay otro camino para conseguir un cambio político y social. Hay una frase que dice que `el sol sale con fuerza para el que resiste', y yo creo que nuestra lucha dará su fruto.

Durante décadas, la empresa fue una de las más importantes del sector en todo el Estado. Estaba en manos de Reynolds y en ella llegaron a trabajar más de un millar de personas. ¿Cuándo comenzó, a su juicio, el deterioro de la situación?

La situación comenzó a cambiar hacia el año 2000, cuando Reynolds dividió la empresa en tres partes y la vendió por secciones. La actual Inasa Foil fue adquirida por la alemana Vaw, que la utilizó como laboratorio de pruebas, y posteriormente quedó en manos de la noruega Hydro que, finalmente, en el año 2010, la vendió a la empresa de capital riesgo Bavaria Industrie Kapital AG (Baikap) por 60.000 euros. En todo este periodo fueron constantes los ERE, el último de ellos en mayo de 2012, al que siguió el cierre de la planta.

¿Por qué cree que Baikap ha preferido desmantelar cuanto antes la empresa en lugar de estudiar las posibles alternativas de futuro?

Es una cosa que se escapa a la lógica. Si pueden tener beneficios, no entendemos que prefieran cerrarla. Es muy difícil entender la forma de funcionar de las multinacionales.

Ustedes se han mostrado siempre convencidos de la viabilidad de la empresa.

Inasa cuenta con una maquinaria puntera y una plantilla cualificada. Nosotros estamos convencidos de que Hydro vendió la empresa a Baikap para que la liquidase. No hay más que ver que tres días antes de nuestra convocatoria de huelga del 24 de mayo de 2012 contra la aplicación de la reforma laboral, la empresa ya había sacado a subasta la maquinaria. Ahí ya quedó claro que no iban a negociar nada con los trabajadores y que no venían con la intención de continuar con la actividad de la empresa. Además, hay que recordar que en aquella época se estaban metiendo horas extras de forma obligatoria, porque lo permitía la reforma laboral, lo que demuestra que había trabajo. Incluso desde el departamento comercial nos decían que la dirección estaba maltratando a los clientes para que se marcharan.

La dirección afirma que Inasa continuará con la actividad comercial, pero ustedes creen que no es más que una estrategia para ganar tiempo.

En el concurso, dice que va a mantener la actividad comercial, pero eso no es más que una argucia para no reconocer públicamente que va a liquidar la empresa, y evitar así que venga cualquier compañía, se haga cargo de ella y la reactive. Nosotros estamos convencidos de que desde un principio, la intención de Baikap, representada por Santiago González, es ir al concurso de liquidación de la empresa y creemos que no va a pasar más de un mes antes de que eso se produzca. Nuestros asesores nos han dicho que lo han hecho de una forma «impecable», para asegurarse ellos el control de la empresa en todo el proceso.

Asimismo, la dirección ha lanzado duras acusaciones contra LAB e incluso ha tratado de politizar el conflicto laboral.

Efectivamente, pero ha sido de forma totalmente gratuita, sin ningún fundamento. Es más, cuando la mayoría del comité tenía dudas sobre si seguir o no con la lucha, la propia asamblea fue la que le obligó a seguir luchando. Por tanto, no ha sido más que un intento de desviar la atención.

Desde que los sindicatos con mayoría en el comité -CCOO, UGT, Solidari y CC- suscribieran la extinción de 155 contratos en agosto del pasado año, LAB ha sido la que ha liderado de alguna manera las actuaciones para tratar de reiniciar la actividad. ¿Cómo valora la actitud de dichos sindicatos?

Desde que se decretó el cierre, el resto de sindicatos han estado desaparecidos, y anteriormente, como decía, han estado ahí pero obligados por la asamblea, porque ellos no querían ningún tipo de movilización.

Después de que se ha iniciado ya el desmantelamiento de la empresa, ¿cómo afrontan el futuro?

Como comentaba antes, estamos convencidos de que la lucha que hemos llevado a cabo dará sus frutos más adelante. En cualquier caso, estamos con la conciencia muy tranquila de que hemos hecho lo que teníamos que hacer. A partir de ahora, será la vida misma la que nos depare.

¿En qué situación queda el pueblo?

Inasa es el último de una larga lista de cierres que se han producido en el valle de Sakana y, mucho nos tememos, no va a ser el último. La verdad es que este cierre supone un duro golpe para todo el pueblo, hay que tener en cuenta que era una de las empresas más grandes, con diferencia, de toda Sakana. Antes había que guardar cola en la carnicería, por ejemplo, pero ahora ya no. En la pescadería, lo mismo. Los comerciantes nos dicen que las ventas han dado un bajón del 30%. Y eso que la gente todavía está cobrando el paro. En el momento en que se acabe... Hay casos realmente duros, de familias que tienen a todos sus miembros en el paro, y todo esto es muy preocupante.

ARMAS

«Si no hubieran venido con la fuerza armada, lo hubiéramos conseguido. Pero ellos tienen el poder político, el económico, y también las armas, y ante eso es muy difícil pelear».

conciencia

«Aunque no hemos conseguido parar la salida de camiones, tenemos la conciencia tranquila, porque hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos».

lista de cierres

«El caso de Inasa es el último de una larga lista de cierres que se han producido en el valle de Sakana y, mucho nos tememos, no va a ser el último».

«Incluso la consejera nos dijo que los inversores eran creíbles y fiables, pero no ha hecho nada»

En la mayor parte de sus comparecencias han denunciado la falta de implicación tanto de la administración concursal como del Gobierno navarro. Una vez que el desmantelamiento es ya irreversible, ¿cuál es su valoración?

Cuando el grupo inversor interesado en Inasa hizo oficial su propuesta vinculante, es decir, de la que ya no podía echarse atrás, la administración concursal nos dijo tanto a nosotros como al Gobierno que dicha propuesta era buena y válida. Eso nos generó cierta esperanza, pero luego la realidad es que no se ha estudiado la propuesta y no se ha emitido un informe al respecto, que es lo que tenía que haber hecho.

¿Y respecto a la actuación de la consejera de Economía, Hacienda, Industria y Empleo, Lourdes Goicoechea?

Pues lo mismo. En las reuniones que hemos mantenido, la consejera ha dicho que va a hacer todo lo posible y lo imposible por mantener la actividad de Inasa, pero al final hemos visto que no pasaba de las palabras bonitas. Consideramos que ha habido una dejación total de responsabilidades y una actitud totalmente pasiva. En ese sentido, estamos muy decepcionados.

Además, el Gobierno de Nafarroa, junto a los bancos, es uno de los principales acreedores de Inasa. ¿Podría haber paralizado el desmantelamiento?

Por supuesto. Inasa adeuda al Gobierno navarro un millón de euros, después de las subvenciones y avales recibidos. Si se hubiera presentado al concurso de acreedores, como lo han hecho los bancos, podría haber paralizado la venta de maquinaria, pero no lo ha hecho. Ha preferido cobrar que mantener la actividad de la empresa.

Ustedes han confiado plenamente en la propuesta de adquisición efectuada por la firma británica Gryphus Partners LLC. ¿Era una propuesta convincente?

Desde el momento en que se hace cargo del concurso de acreedores, de forma vinculante, y dice que va a poner más de 13 millones de euros, tiene nuestro pleno apoyo. Eso sí, luego vendría la segunda parte, la de la negociación de las condiciones de trabajo. Sabemos que no va a venir ofreciendo de primeras dos mil euros de salario, pero en principio lo que habría que hacer es abrir la empresa y crear puestos de trabajo. Incluso la consejera nos aseguró que los inversores eran creíbles y fiables. J.S.

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