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Joseba Areitio Piedra | Presidente de la Asociación Vasca de Meteorología «Amillena»

30 años de las inundaciones

La cruda realidad es que unas precipitaciones semejantes volverían a arrasar Bilbao y muchos de nuestros pueblos

Se cumplen 30 años de las inundaciones acaecidas el 26 de agosto de 1983 y que afectaron con especial dureza a Bilbao. Las precipitaciones que dieron lugar a estas inundaciones se caracterizaron no solo por su intensidad, también por su extensión. En la estación de Iberdrola en Larraskitu (Bilbao) se registraron 503 litros en 24 horas y en otros lugares se alcanzaron los 250 litros. El periodo de retorno para unas inundaciones como aquellas se estima en 400 años.

Sin embargo, cada pocos años observamos importantes precipitaciones causantes de graves inundaciones en distintos puntos de nuestro territorio, y cuyos registros también impresionan, superándose en algunos casos los 150-200 litros en un intervalo de pocas horas: cuenca del Deba 1988, Donostia 1992 y 1997, Getxo 2008, Bermeo y Lekeitio 2009, cuenca del Urumea 2011. El hecho de que unas precipitaciones resulten catastróficas depende de diversos factores como la orografía local y la ocupación del terreno: la deforestación de laderas y la urbanización de las superficies incrementan los daños de una eventual riada. Desde el año 1983 es indudable que se han acometido mejoras de todo tipo para paliar el efecto de las inundaciones. Resulta evidente que la sociedad, las instituciones y la tecnología progresan con el paso de los años. Pero en ocasión de este aniversario, algunos técnicos han alertado sobre la voraz ocupación de cuencas y laderas durante los años del «ladrillo», o la existencia de desmontes de dudosa estabilidad ante lluvias torrenciales.

Por otro lado, debemos señalar que en las inundaciones más significativas de los últimos años (Getxo, Bermeo y Lekeitio, Urumea, Cuenca de Pamplona) la actuación de los servicios de meteorología ha sido cuestionable y cuestionada, sobre todo en la emisión de alertas tempranas, indispensables para paliar posibles daños y organizar retenes de bomberos, policía local, etc. Fueron especialmente bochornosos los recientes casos de Getxo y Urumea, en el que diversas administraciones se echa- ban la culpa del desaguisado, eludiendo responsabilidades.

Por todo ello, deberíamos poner en cuarentena cualquier discurso autocomplaciente que escuchemos estos días respecto a los avances logrados. En estos últimos años hemos visto de todo. Un amigo boxeador me dijo en cierta ocasión que la autocomplacencia es la doctrina de los idiotas... os aseguro que sabía muy bien lo que decía.

La cruda realidad es que unas precipitaciones semejantes volverían a arrasar Bilbao y muchos de nuestros pueblos.

Para terminar, me gustaría resaltar la importancia que tiene la difusión pública por internet de múltiples canales de información meteorológica que cualquier ciudadano puede consultar: mapas meteorológicos de predicción, datos de precipitación y nivel de los ríos, imágenes de satélite y de radar etc. Aquí debemos reconocer el trabajo realizado por los gobiernos centrales y autonómicos, confederaciones hidrográficas, diputaciones, pero también el de cientos de ciudadanos anónimos y asociaciones que vuelcan su saber e información en internet de forma desinteresada.

Es importante tomar conciencia de ello. Asociaciones de afectados por inundaciones como la del río Gobelas toman ya sus medidas y decisiones basándose en toda la información que se dispone en internet. Hoy es posible controlar desde nuestras casas los niveles de los ríos y la evolución del tiempo cada pocos minutos... si no falla la luz.

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