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Raimundo Fitero

Vanidad

 

Porque lo digo yo» es una de esas contestaciones que damos cuando no tenemos argumentaciones. Existe un matiz más sibilino, «que te lo digo yo, hazme caso». Es fruto de la soberbia o la vanidad, pero responde a un convencimiento a base de fe, superstición o consigna ideológica que se fragua en un pensamiento mágico que en el terreno de la economía o la política está tan cerca de la mentira o imposición de criterios de manera autoritaria, que algunos creen que es la misma cosa. Por lo tanto, a día de hoy, para protegerse de estas actitudes se deben suprimir de las dietas de acceso a la comunicación ciertos productos tóxicos. No es recomendable apartarse del todo de las redes sociales por muy demagógicas que sean y tan propensas al escándalo circunstancial y sin recorrido, ni a los medios de comunicación de masas más habituales. Cada uno tenemos nuestros periódicos de referencia, y dentro de ellos buscamos las partes menos contaminantes o, al menos, aquellas que nuestras neuronas ya han desarrollado su capacidad de tolerancia. Llegados a la televisión en abstracto, nos encontramos con mayores exigencias de selección para salvaguardarnos de la avalancha de vanidades o soberbias. Por ejemplo, la entrevista de Ana Pastor a Rubalcaba, ¿no fue una pequeña exhibición de fuerza de la periodista? ¿Quién salió mejor parado del encuentro? «El objetivo» es un programa mal ubicado en la parrilla. Y no puede ser que vayan dejando una idea de que lo que cuentan en verdad «porque te lo digo yo». Es un peligro palpable, porque la directora y presentadora del programa cataliza todo de una manera superlativa. Los programas sobre fútbol son los máximos exponentes del «porque lo digo yo», la especulación total, la rumorología como sustento de horas de tele-basura. Durante veintidós días seguidos, partidos oficiales a todas las horas. Y Bárcenas jugando al tute. Por cierto, se ha sabido que la recaudación en El Sadar del pasado domingo fue de algo más de cinco mil euros, ¿es sostenible económicamente Osasuna? ¿Es sostenible el fútbol profesional en general en estos parámetros de sueldos e ingresos? ¿Quién paga las deudas? Transparencia por favor.

 

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