En 1951, el Óscar al Mejor Documental fue para Thor Heyerdahl por «Kon-Tiki». Habían pasado más de tres años desde que culminara su odisea, filmada en blanco y negro para quedar inmortalizada. Fue la gesta más grande de la posguerra, y desde entonces no ha sido superada en su sentido primitivo y auténtico de la aventura marina.

Somos varias las generaciones que hemos crecido con aquel fabuloso viaje en mente, y tal vez por eso la ficción de 2012 provoca cierta decepción, al no alcanzar la emoción de lo imaginado.

Joachim Roenning y Espen Sandberg provienen de la publicidad, lo que se nota en su tendencia al efectismo visual. La parte dramática no la dominan tanto, algo que no parece importar al estudio que les ha contratado para dirigir la quinta parte de «Piratas del Caribe».

En «Kon-Tiki» hacen una fiel reconstrucción histórica, desde que Thor era niño hasta sus primeros viajes a la Polinesia. Se explica, como estando allí, encontró datos que confirmaban la teoría de que los primeros pobladores de aquellas islas procedían de Sudamérica y no de Asia. Como nadie estaba interesado en publicar sus estudios, decidió hacer el mismo viaje en balsa impulsadas por las corrientes del Pacífico.

Salió de Perú en 1947, alcanzando su objetivo 101 días después. La película refleja las penalidades que tuvieron que pasar navegando con la única ayuda de una radio para indicar su situación.