Javier VIZCAINO | Periodista y conductor del programa «Más que palabras» de Radio Euskadi
«¿Mi canción del verano? Cualquiera que no sea el ‘A por ellos, oé, oé’»
Baracaldés de 38 años, su registro de voz forma ya
parte del archivo sonoro de miles de radioyentes vascos que cada sábado y
domingo por la mañana conectan con ‘‘Más que palabras’’, el programa de Radio
Euskadi que ya va por su séptima temporada. Sus vacaciones las marcará este año
su hijo Oier, que acaba de soplar dos velas.
¿A quién o quiénes les daría un «paramal» en el curso que dejamos atrás?
Este año eso es fácil: el paramal con doble orla y cara de mosqueo es para los que le tienen miedo a la paz y andan empeñados en que nada cambie. Lo malo es que son muchos
¿Y su «parabien»?
A lo que Rogelio Botanz llama «gente que sí», es decir, a los que no se resignan a vivir siempre la misma historia y luchan, generalmente desde su pequeñez, para que en este pueblo nos ocupemos del día a día en lugar de estar colgados del monotema.
¿Cuál cree que será la serpiente informativa de este verano?
Como somos de piñón fijo, supongo que seguiremos estirando el conflicto. Hay quien no sabría vivir sin él y lo van a hacer durar todo lo que puedan. Mi temor es que puedan mucho.
¿Y la canción?
Llevo meses sin salir de noche y años sin escuchar radiofórmulas, así que me declaro incompetente. La última que recuerdo haber berreado es una que decía «Quiero montarme en tu velerooooo...», pero eso debe de ser de la prehistoria.
¿Entonces, es usted de Opá, de Laura o prefiere la melodía dedicada a Juan Pablo II cuando visite Valencia?
Prefiero cualquiera al ‘‘A por ellos, oé’’ con samplers del himno español, que es lo que creo nos hubiese tocado aguantar a poco que los chicos de Luis Aragonés hubiesen ganado a Francia en los octavos del Mundial de fútbol.
Qué hará nada más comenzar su primer día de vacaciones, ¿encender la radio?
Cualquier otro año hubiera contestado que sí. Esta vez sé que voy a ser capaz de mantenerme alejado del dial todo el verano.
¿Y en la vuelta al trabajo?
Supongo que pensaré que fue bonito mientras duró y me dedicaré a preparar el nuevo curso con la misma ilusión que el primer año. Al final, la cabra tira al monte, y tengo esa especie de afortunada desgracia o de desgracia afortunada que consiste en disfrutar de y con mi trabajo. Qué se le va a hacer... Otros tienen vicios peores, o eso creo.
¿Cómo se presentan este año las vacaciones? Este año, como necesarias. Mi reto es ser capaz de no hacer nada o, en su defecto, de hacer la menor cantidad de cosas que sea posible. Trasnochar mucho para leer y cosas así, ¿eh? y dormir hasta muy tarde: ése es mi ideal.
-Lo mejor de las vacaciones...
Que no hay horarios y, por lo que respecta a éstas en concreto, la posibilidad de estar con mi hijo todo el tiempo.
Y lo peor... si es que lo hay.
Lo peor es el síndrome de descuento. Cuando vas anotando mentalmente los días que quedan para volver y tienes la sensación de que aún no has aprovechado nada.
¿Le pide consejo a su colega de radio Roge Blasco para elegir destino?
Nadie me cree cuando digo que no me gusta demasiado viajar. Salvo un par o tres ocasiones excepcionales, he sido un malísimo compañero de viaje. Me parecía ridículo estar en sitios muy parecidos a los que hay muy cerca de casa haciéndome docenas de fotos después de haber cumplido un programa de horarios que no se le hubiera ocurrido ni al más sádico de los jefes de personal.
Entonces, no es nada de circuitos europeos o playas del Caribe.
Ya digo que no me muevo mucho. Tengo un par de lugares, como Cuba o, especialmente, Malta a los que podría volver sin problemas.
Y, ¿es de ésos que les gusta lo que ahora se llama «turismo cultural» o prefiere eso de «Donde esté Salou o Benidorm»...?
Si no queda otra que salir, aprovechas para ver algo muy concreto, pero esas palizas de excursiones para ver en quince horas un número de cosas que tu cerebro no puede procesar... Uff, eso no es para mí. Tampoco lo son Salou o Benidorm, que conste, aunque en esta vida no se puede decir «en este chiringuito no me intoxicaré».
¿Qué no se llevaría a una isla desierta?
No me llevaría tabaco, a ver si no me quedaba más remedio que dejar de fumar... pero mucho me temo que acabaría haciéndome puros con hojas de palmera o algo así.
Cualquier tiempo pasado fue mejor, ¿también en verano?
Nunca he creído en esa frase. Está bien una cierta nostalgia, pero me quedo con los veranos que tengo por delante. Los otros, ahí han estado. Que me quiten lo bailado.
¿Cuál va a ser este verano su itinerario de fiestas?
Muy parecido al que hacía no hace mucho tiempo, sólo que con una variación: no voy a ir a las verbenas a hacer gaupasa, sino a las barracas a montar a mi pequeñajo. De hecho, ya he empezado el tour en Santurtzi, Gallarta, Leioa...
¿Kalimotxo o combinado?
Combinado, combinado, sin dudar. En otra época, destornilladores; ahora, cubata de Brugal o Barceló.
¿Terraza o baile al suelto?
Desde que Tarantino me copió en ‘‘Pulp Fiction’’ un baile inventado por mí, me cuido bastante para que no me plagien más... Además, hay quien sostiene que hay farolas que se mueven con más ritmo que yo, así que si encuentro una terraza, ahí me apalanco.
En la playa, ¿cocidito madrileño o paella valenciana?
En la playa, siempre el bocadillo de arena con lo que sea de toda la vida.
Lo de los amores de verano, ¿es un mito o va tan ligado a las vacaciones estivales como el vino con gaseosa?
De mito, nada. Más que amores, suelen ser amoríos, pero a veces prenden. ¿Cuántos de los que nos están leyendo encontraron a su pareja en verano? Mándennos un SMS al... uy, perdón, es una deformación profesional.
¿Los michelines no son para el verano?
Lamentablemente no lo son, pero a mí no me queda otra que lucir los míos con la mayor dignidad posible. ¡Otra vez a meter tripa en las fotos! -
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