La tarde comienza con una repetición, el extracto de “TAG” a cargo de los canarios Qué Tal Estás y de nuevo nos atrapa su música, muy funky, pero creada en Gasteiz por Borja Ramos. Nos gusta su estilo, su ritmo, la puesta en escena, la técnica y la fuerza de los bailarines.

La siguiente parada es más difícil de explicar. En “Mudances” de Angels Margarit se hace un trabajo intimista, pormenorizado, de uno en uno o de tres en tres espectadores como máximo. Unos seres ocupan una pequeña pradera, y les hacen descubrir espacialmente los árboles, lo gratificante que es deslizarse por la hierba. Lo observamos unos larguísimos minutos, pero nos sentimos excluidos, preferimos seguir a las figuras que pasean, algunas de las cuales acaban convertidas en espectadores con perrito, algo que nos gusta, pese a sus ladridos inoportunos. Señalemos de pasada que la colonia artística bizkaitarra crece, vemos a actores, directores, bailarinas con sus vástagos. Les inician pronto en el disfrute del arte, en este caso danzístico, como dice Luke Tanga, uno de los organizadores, «para públicos sin alfabetizar». Quiere decir para que cualquier espectador pueda encontrar un punto de enganche sin necesidad de estar preparado.

Ciento Cincuenta Cuerdas junto a Blanca Arrieta presentan una coreografía del irlandés John Scott, interpretada por Igor Calonge, Jorge Lastra y Robert Jackson, realmente elaborada, que requiere un desgaste físico considerable. Utilizan la voz, todo el cuerpo, como caja de sonidos que debe escuchar a los demás cuerpos para hacer una sinfonía de movimientos, gestos, figuras en la tierra, en el aire acompañadas de palabras u onomatopeyas. Habrá que seguir la evolución de este interesante trabajo.

Proyecto Babel nace y crece entre Zaragoza y Londres, con un título clarificador, “Muro”, y sucede todo contra un muro, literalmente, una coreografía contra un espacio vertical, una imposibilidad humana de traspasarlo, una retórica gestual, de movimientos, algo que se va agotando en sí mismo, con una música reiterativa y unos movimientos que solamente expresan la imposibilidad de romper un muro. Nos deja dudas.

Unas dudas que se nos rompe con la actuación de otros zaragozanos, los de The Circle of Trust y su “Hip Hop”, break dance en estado puro, con todas las figuras del repertorio, algunas ejecutadas de una manera potente y clara, otras algo más sucias, pero con momentos de conjunto muy bien hilvanados, y siempre con una gran capacidad de comunicación.

Y de ahí al estilo «comercial jazz», es decir, al más puro estilo televisivo, a los pasos de las animadoras de las canchas de baloncesto, con una banda sonora discotequera con Mónica Naranjo incluida. Eran las chicas de Fusion, un grupo bilbaíno que no aportaron nada más que estupor entre los presentes, pero que es una muestra de algo existente, real, aunque para nosotros fuera de contexto. Ya es de noche y siguen paseando a los perros. -

Carlos GIL