Es sabido que los intereses de algunos sectores económicos hacen que se superen fronteras que, hoy por hoy, son insalvables para los estamentos político-diplomáticos de la mayoría de los estados. Al parecer, es lo que ha ocurrido con la “Guía verde del País Vasco” que acaba de editar Michelin.

El pasado mes de abril esta prestigiosa firma, que lleva ocho décadas difundiendo sus particulares recomendaciones sobre hoteles, restaurantes o destinos turísticos, publicó una guía que contempla la totalidad del territorio de Euskal Herria. Toda una novedad si se tiene en cuenta que, hasta ahora, había seguido a pie juntillas las fronteras administrativas establecidas por los estados francés y español: insertaba sus apreciaciones sobre Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa en la guía francesa, y las concercientes a Nafarroa Garaia, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en la española.

Habia demanda

La firma editora argumenta su iniciativa en aspectos comunes como las tradiciones, la cultura y el arte de vivir que hacen que Euskal Herria en su conjunto se esté convirtiendo en «un destino turístico de primer orden». Aduce, asimismo, que ha respondido a una demanda existente ya que el turista que visita un lado o el otro del Bidasoa casi siempre realiza incursiones atravesando la muga administrativa.

Además del habitual repertorio de establecimientos hosteleros, restaurantes, rutas turísticas, eventos festivos y cultu- rales, una buena decena de las 336 páginas de la guía está dedicada a la historia de Euskal Herria desde la prehistoria hasta nuestros días, pasando por las vicisitudes del Reino de Navarra o la pérdida de los sistemas organizativos propios de los siete herrialdes. La retrospectiva histórica, en cuya redacción han participado escritores autóctonos, también se refiere al conflicto político actual y, en su descripción, llega hasta la época posterior al Acuerdo de Lizarra-Garazi y termina mencionando la ilegalización de Batasuna. Asimismo, hay capítulos dedicados a la economía, la cultura y el euskara y ofrecen, incluso, algunos términos traducidos al francés y al castellano.

Es evidente que la publicación de la multinacional ha realizado un esfuerzo por superar la línea meramente folclórica seguida por la mayoría de las guías. Un esfuerzo recompensado ya que la primera edición de 30.000 ejemplares se ha agotado en tan sólo dos meses, lo que demuestra que los creadores de la guía han captado la demanda de su clientela, pero también que se está extendiendo la percepción de Euskal Herria en su conjunto.

No es la primera

De todos modos, la guía Michelin no ha sido pionera en ese aspecto. Y es que los cuadernos de viaje, también muy conocidos, de Le guide du Routard hace años que contemplan la totalidad del territorio vasco. De hecho, se moja mucho más en sus descripciones, como lo demuestra la entradilla que puede consultarse en su web: «Desde hace mucho tiempo sabemos que los Estados no pueden borrar una historia, una lengua y una cultura comunes. Aquí [en la guía] se han reunificado las montañas cuyas superficies no han cesado de ser atravesadas por las mismas ovejas o recorridas libremente por las mismas pottokas (...) Los riachuelos discurrirán, por fin, juntos ...».

Sin embargo, hay casos en los que la flexibilidad de los intereses económicos respecto al hecho identitario funciona en otro sentido, intentando incluso modificar la denominación de territorios. Es lo que ha ocurrido en Aracataca, ciudad natal de Gabriel García Márquez cuyo alcalde pretendía añadir Macondo al nombre de la localidad colombiana para atraer a los turistas. Intento baldío ya que la propuesta no ha sido aceptada por sus habitantes, por lo que el célebre pueblo de “Cien años de soledad” seguirá confinado al mundo de lo imaginario.

No es el caso de Euskal Herria, que para desventura de ciertos sectores que se empeñan en negar su existencia empieza a ser considerada cada vez más como una realidad. No estaría de más que esos sectores se sacudieran también los «michelines». -