La última jornada de Lekuz Leku estuvo acompañada por unas gotas de agua que confirieron un poco de incertidumbre, porque el cielo estaba gris, por momentos soplaba un viento racheado que traía olores marinos, pero solamente alivió el bochorno ambiental, porque todas las obras se pudieron celebrar sin mayores problemas.

La ruta propuesta era de los bajos del Euskalduna hasta la araña del Guggenheim. Comenzamos con “Caído”, de Jorge Lastra y la Plastic Exploting Band, en donde se demuestra que el joven creador vasco es un hombre de escenario completo, creador imaginativo, con un magnífico cuerpo y una voz excelente, que aquí propone un trabajo muy especial, muy abierto espacialmente, con utilización de elementos muy chocantes, como son vísceras de animales, u otros muy cotidianos, como unas cerezas. Un trabajo muy hermético, pero con gran fuerza.

Y de repente nos llegó la luz, el humor, el carisma, los guiños perpetuos. Vienen de París, pero en coproducción con un centro de la Barceloneta. Se llaman Compagnie La Halte-Garderie, la forman Sylvie Cave y Johan Amselem y presentaron dos partes de un supuesto programa televisivo de gastronomía y danza. El primero, “F&F Show: La Claire’s Dance”, en donde hacen un exquisito remedo de los tópicos griegos, a partir de sus costumbres culinarias y de su baile más turístico: el sirtaki. Texto, buena técnica dancística, una parodia divertida. Lo mismo que su segunda opción, “F&F: La Pedro’s Dance”, en esta ocasión con todos los tópicos del pasodoble español. Muy divertido, con unos pincelazos gruesos dan una mirada muy cáustica del baile, la iconografía, el chorizo y de la proyección del machismo carpetovetónico.

Fernando Hurtado y Eva Bertomeu nos ofrecieron un trabajo muy delicado, una bella historia de amor en “Un gramo de locura”. Una parte más neoclásica, la otra más paródica, con elementos escenográficos y de atrezzo que van aportando cromatismo y referencias al desarrollo de una pieza que une simpatía y gusto, con una buena banda musical.

“Caretas”, de las gasteiztarras de Moaré Danza, es una parte de su obra “Gata sombra”, y se trata de una situación muy estática, un juego de cambios de imágenes, de poses, como si estuvieran haciendo una sesión de fotos. Muy conceptual, muy interiorizadas las acciones, aunque en la parte final espacialmente consigue encerrar a una parte de los espectadores entre pasarelas de plástico blancas. Sugerente.

Y para terminar, como no llovió, los estadounidenses John Jasperse y Eleanor Hullihan presentaron un extracto de su pieza “Scavenger”, utilizando varias docenas de botellas de agua mineral que, tras realizar un divertido muestrario de maneras de doblar unos vaqueros y utilizarlos como elementos de transformación, acabaron vertidas por encima de los intérpretes, que plantean un juego corporal, una especie de concurso en apertura de botellas de plástico, en una competición de colocarse envases entre sus ropas y que acaban en una lucha cuerpo a cuerpo.

Un adiós, hasta el año que viene, para Lekuz Leku, que debe ser indudablemente mejor, porque se trata de una oferta atractiva, única e irrepetible que deja siempre momentos de gran brillantez, convirtiendo los espacios públicos urbanos en escenarios fugaces para el arte. -

Carlos GIL