Confieso que esta temporada no le he visto jugar. Pero los números, aunque no lo explican todo, no engañan, y menos si se repiten con regularidad.

Predrag Drobnjak, un polivalente balcánico de 211 centímetros, dejó su Partizan por el sueño y los dólares USA con el cambio de milenio. En la NBA se labró un buen currículum -Sonics, Clippers, Hawks- y, en el vuelo 2005/06 procedente de Atlanta con destino Gasteiz, llegó el «cinco» llamado a dar el definitivo salto de calidad al Tau.

Sin embargo, desde su llegada, este «siete pies» parecía más un «pies negros» mendicante de minutos de juego que deambulaba por la pista en cada intento de Perasovic por recuperarle para el equipo. Pero hete aquí que el jugador más caro de aquella plantilla baskonista que firmó números de junior como última rotación interior, ha pasado a ser el tercer jugador con mejor valoración de la Euroliga en su regreso a Belgrado.

Drobnjak, con 17 puntos -dobles dígitos en todos los choques excepto en uno- y 7,3 rebotes de media en la primera fase, ha realizado verdaderas exhibiciones ante el Maccabi de Vujcic en Tel Aviv -¡16 rebotes! (¡¡7 ofensivos!!)- y en la última jornada ante Unicaja, un 36 de valoración con otros 23 puntos y 7 faltas recibidas -como en La Mano de Elías-, más 8 rebotes, 5 robos y 3 tapones.

Uno que sí le vio ante los malagueños jura y perjura que no podía creerse que aquel jugador apocado y timorato pudiera ser el mismo que ahora se echa un equipo bisoño a la espalda y enardece a los incondicionales del Pionir, cuando en Gasteiz era el público quien trataba de animar a la estrella estrellada.

Todo un despliegue de ardor guerrillero. Un mercenario que vuelve a ser un partisano. Y a mí me hubiera gustado comprobarlo en Gasteiz.