Los palestinos miran a La Meca como su última tabla de salvación
Desangrándose en una lucha fraticida auspiciada por Israel y Occidente, Hamas y al-Fatah, reunidos en La Meca por iniciativa del rey saudí Abdallah, tratan desde ayer de lograr un acuerdo de gobierno nacional que conjure el riesgo de una conflagración abierta y total.
GARA |
Las planas mayores del Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas) y de al-Fatah preparaban durante la noche de ayer en Djeddah, en la orilla del Mar Rojo, el vital encuentro de hoy en La Meca, bajo los auspicios del rey saudí Abdallah.
La cumbre, anunciada inicialmente para ayer mismo, fue retrasada en unas horas aunque el jefe de la casa real de los Saud tenía previsto a última hora de ayer entrevistarse primero por separado y luego conjuntamente con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina (ANP) y miembro de la vieja guardia de al-Fatah y con Jaled Mechaal, líder en el exilio de Damasco de Hamas, que detenta el boicoteado Gobierno palestino.
Junto a Mechaal participará en la histórica cumbre en el primer lugar santo del islam el primer ministro, Ismail Haniyeh, quien no coincidió en su viaje a la Península Arábiga con Abbas.
Quien no pudo llegar fue el viceprimer ministro de la ANP. Nasseredine Al-Chaer, que estuvo encarcelado sin cargos en Israel más de un mes en represalia por la captura en junio de un artillero israelí por la resistencia palestina, vio cómo los soldados israelíes le impedían por segundo día consecutivo cruzar el puente Allenby para entrar de la Cisjordania ocupada a Jordania, para volar luego hacia Arabia Saudita.
Quien no tuvo problema alguno para viajar y asistir a Abbas en las negociaciones fue Mohamed Dahlan, hombre fuerte de al-Fatah en Gaza y verdadero jefe de las Fuerzas de Seguridad cuyo control la vieja guardia se niega a entregar a Hamas, que arrasó en los comicios de enero de 2006.
No trascendieron las razones del retraso de la cumbre, pese a que ambas partes reiteraron ayer sus esperanzas en alcanzar un acuerdo que ponga fin definitivo a unos enfrentamientos fraticidas que, desde el 25 de enero, se han saldado con la muerte de 66 palestinos.
El rey Abdallah no dudó en desafiar el boicot occidental contra Hamas convocando esta cumbre el 28 de enero. No falta quien pone el acento en la rivalidad saudí con Irán para explicar esta determinación.
Lo que es cierto es que todas las treguas firmadas en las pasadas semanas, la última el pasado viernes, han destacado por su fragilidad, cuando no por su violación flagrante.
El origen de esta crisis se halla en el desprecio de Israel y Occidente a la voluntad palestina, expresada en las urnas, y en el boicot económico posterior.
Israel no ha ocultado su nerviosismo ante esta cumbre y ha advertido de que sólo reconocerá a un Gobierno que asuma a priori y sin contrapartidas la legimitad del Estado sionista.