El Ejército israelí reprimió con gases lacrimógenos una protesta de cientos de palestinos contra unas obras en el acceso a la Explanada de las Mezquitas y detuvo a once de ellos.

Los manifestantes respondieron al llamamiento de los máximos mandatarios musulmanes y del primer ministro de la ANP, Ismaiel Haniyeh, después de que tres excavadoras israelíes comenzaran a horadar la tierra en la conocida como Puerta de los Magrebíes, que da acceso al recinto religioso.

La Explanada de las Mezquitas alberga la Mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, y es el tercer lugar más venerado por el islam, después de la Meca y Medina, en la Península Arábiga.

La Waqf, institución encargada de la protección de los bienes religiosos musulmanes, denunció que las salas subterráneas situadas bajo ambas mezquitas están situadas justo debajo del escenario de los trabajos de los bulldozers israelíes.

Protestas del mundo árabe

Todas las facciones palestinas, desde las islamistas Hamas y Yihad hasta al-Fatah, han coincidido en denunciar esta «provocación». Más allá, la inquietud ha llegado hasta la Liga Arabe y al seno de la monarquía jordana, tradicional aliada de Israel en la región, que ha anunciado gestiones con Tel Aviv. En Egipto, los Hermanos Musulmanes han hecho un llamamiento a todo el mundo musulmán «a mostrar la cólera y el repudio a este acto criminal sionista».

El Gobierno israelí ha justificado las obras en la necesidad de «remozar la rampa de acceso» y ha asegurado que respetará los vestigios arqueológicos.

Sería una novedad, habida cuenta de la estrategia de tierra quemada de todo vestigio árabe o cristiano protagonizado por el Estado judío desde su creación en 1948. Más en esta zona, ansiada por Israel, que asegura albergaría uno de los muros del Templo de Salomón.

La irrupción de Ariel Sharon en la Explanada en 2000 provocó el estallido de la II Intifada.