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Ermitas de Urbasa Desde Santa Marina a San Adrián

El contrafuerte de la sierra de Urbasa define el margen meridional del amplio valle de Sakana, ofreciendo al montañero una larga oferta de cumbres. Para acceder a ellas, una de las opciones más atractivas es la de utilizar las rutas que unían el valle y los antiguos puertos de la sierra. Son caminos todavía bien conservados, que guardan en sus trazados toda la sabiduría de las sendas viejas.

Iniciamos nuestra andadura en el pueblo burundés de Iturmendi. Atravesamos su plaza y ascendemos hacia la calle Santa Marina, admirando las formidables fachadas blasonadas de sus casonas. Ante la báscula, giramos hacia la derecha hasta sobrepasar el lavadero. Desde allí arranca una amplia pista que asciende perpendicularmente hacia la base de la sierra. Poco después pasamos junto a la ermita de San Pedro (15 min). Más adelante, la pista describe un viraje hacia la derecha. Cruzamos una langa metálica (30 min). El camino comienza su decidida ascensión hacia el borde de la sierra describiendo amplias lazadas. Pisando entre la hojarasca, pasamos frente a la fuente de Angiturrieta (35 min). En algunos tramos aflora el enlosado de la antigua calzada, pulido por el paso de pezuñas de rebaños y caballerías. Queda atrás la fuente de Santa Marina (1 h). Ya no nos falta mucho para alcanzar la cresta de la sierra. El último tramo zigzaguea entre el contrafuerte, ofreciéndonos una salida hermosa a los pastos de la meseta. Cruzamos una langa y enfilamos ya por terreno despejado hacia la cercana ermita de Santa Marina, emplazada sobre un altozano (1.068 m - 1h 20 min). Junto a la ermita, un doble refugio ofrece cobijo en días de climatología adversa.

Nos encaminaremos ahora hacia el Oeste siguiendo el perfil de la sierra. Hacia el Sur vemos extenderse las llanuras boscosas de Urbasa. Al borde de la senda, una pequeña cruz conserva el recuerdo de una muerte no olvidada. Poco más arriba nos apartamos de la alambrada para buscar entre el bosque de suelo rocoso un tenue sendero que nos aboca poco más adelante a terreno despejado. Una pequeña laguna pone a nuestra derecha un contrapunto azulado entre el bosque y los pastizales.

Manteniendo el rumbo oeste avistamos la cumbre aparentemente lejana de Baitza hacia la que nos dirigimos. Utilizaremos un pasillo abierto entre los matojos de brezo para llegar con comodidad hasta su cima, coronada por un vértice geodésico (1.182 m - 2h 05 m).

Mirando hacia los cantos de la sierra, observaremos sobre uno de sus promontorios la silueta de la ermita de San Adrián, que será nuestra siguiente referencia. Hacia ella nos encaminamos, derivando ligeramente hacia el interior, buscando un terreno más cómodo. Pronto confluimos con la pista que une los puertos de Urbasa y Lizarraga. La abandonamos poco después para enfilar directamente hacia el altozano en el que se sitúa la ermita de San Adrián (1.113 m - 2h 55 min). El panorama que se domina desde esta atalaya resulta espectacular, con las llanuras de Ergoiena, Etxarri y Burunda estirando sus tapices verdes sobre la emergente mole de Beriain.

 

Una vieja senda

Descendemos del mirador desandando los últimos tramos de la pista. Retrocedemos hasta que observamos en la alambrada un primer portillo, identificable por una langa metálica. Es el collado que desciende hacia Lizarraga. No es ése nuestro rumbo. Retrocedemos todavía un centenar de metros, en paralelo a la alambrada, hasta localizar otra cancela que nos abrirá el paso hacia el puerto de Etxarri (3h 10 min). Iniciamos el descenso con rumbo Este por una espectacular calzada. El camino adquiere nuevamente el sabor añejo de las rutas ancestrales de nuestra montaña. Sobrepasamos un tramo equipado con una barandilla (3h 25 min). Aquí debemos prestar mucha atención, ignorando el sendero y el camino que descienden hacia Etxarri. Deberemos tomar la senda que mantiene el faldeo de la ladera.

La senda va abriéndose paso entre los canchales y el bosque perdiendo paulatinamente altura. Se interrumpe bruscamente el sendero ante el ataque arrasador de las máquinas forestales que han destrozado el viejo trazado. Caminamos unos metros entre el barro, hasta que en una curva descendente escapamos hacia la izquierda para retomar con alivio el perdido sendero.

Ya no tendremos más dudas. La senda va ganando en anchura y nos lleva sin pérdida hasta el caserío de Bakaiku (4h 20 min). Entre las callejas, buscamos ahora una salida hacia la pista que nos devolverá hasta el cercano pueblo de Iturmendi (4h 35 min). La torre de la iglesia de San Miguel se irá acercando hacia nosotros como una referencia del final de nuestro recorrido.

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