No seré yo quien diga que una actriz norteamericana no está capacitada para encarnar a una heroína inglesa, pero no es lo mismo convertirse en un personaje de ficción como Bridget Jones que en una figura histórica cuya biografía es perfectamente conocida.

Renée Zellweger ha hecho de la vida de Beatrix Potter un proyecto demasiado personal, cogiendo únicamente los aspectos que le interesaban para dejar a un lado otros, tanto o más importantes. En general, ha vaciado de contenido feminista reivindicativo a la figura de una autora que hubo de enfrentarse a los convencionalismos de la sociedad victoriana de su época, sin aludir en ningún momento a su etapa inicial como bióloga a la que la comunidad científica formada por hombres dejó fuera. Tampoco se nos dice nada en la película sobre su segunda relación sentimental que acabó en matrimonio, centrándose en la anterior por estar ligada al mundo editorial de sus cuentos. En realidad, a Renée Zellweger sólo le interesa la parte creativa, el caudal imaginativo que la escritora e ilustradora poseía, y que explica la elección como realizador del australiano Chris Noonan, por tratarse del artífice de «Babe, el cerdito valiente». En consecuencia, lo mejor de la película son, sin duda alguna, las secuencias animadas en las que el conejo Peter y otras creaciones de Beatrix Potter cobran vida, mientras que la melodramatización con los personajes de carne y hueso sigue unos derroteros muy trillados dentro de las ambientaciones de época fieles a una mentalidad conservadora.

Pero donde la decepción que provoca Renée Zellweger es mayor es justamente en el capítulo interpretativo, limitándose a reducir su personificación de Beatrix Potter a una forzada sonrisa permanente, que es algo así como una mueca de felicidad autoimpuesta. Cuando hace de Bridget Jones, parece que sus carrillos se hinchan, por lo que en su nuevo papel no hace otra cosa que vaciarlos. Cuando la extraordinaria actriz inglesa Emily Watson le da la réplica, lo que sucede en contadas ocasiones, queda claro que la protagonista debería haber sido ella.