Al poco tiempo de haber pasado por sus momentos más críticos, ha sido pitado varias veces en el Palau, Dusko Ivanovic se estrenó ayer al frente del Barcelona con la Copa obtenida ayer -su tercer título- después de sacar de la cancha al Real Madrid en una final mucho más cómoda de lo esperada. El enorme esfuerzo económico y la confianza depositada en el técnico han terminado dando sus frutos y el equipo catalán recupera un título que no conseguía desde 2003, y repitió en Málaga cinco años después.

La temporada estaba siendo una pesadilla para el equipo azulgrana, el equipo se mostraba excesivamente irregular, con escandalosos apagones e incluso sufrió mucho más de lo previsto para lograr la clasificación. Sin embargo, el Barcelona ha seguido con su progresión para mostrarse como el equipo más sólido del torneo, con gran sacrificio y calidad.

La final, por ejemplo, la sacó de la manera que le gusta a Ivanovic, desde una gran defensa que dejó al mejor ataque de la Liga en 53 puntos. La clave del partido de ayer estuvo, sin duda, en un inicio demoledor por parte de los catalanes. Los blaugranas fueron un muro defensivo ante el que se chocó una y otra vez un Real Madrid que acusó enormemente los esfuerzos de los dos partidos previos, especialmente en la falta de acierto en el tiro. Así, en la primera mitad el equipo blanco, que nunca abusa de su tiro exterior, alcanzó un escandaloso 0/14 en triples. Como en la semifinal ante el Baskonia, el Madrid comenzó encajando un 0/7 de parcial que, lejos de ir reduciendo, llegó a un esclarecedor 5-21, con una sola canasta en juego. Para entender un poco la impotencia por la que pasó el equipo de Joan Plaza, en el que ninguno de sus puntales entraba en juego, sólo hay que significar que el equipo blanco tardó 18.40 minutos en poner su su valoración en positivo.

Querer y no poder

El Madrid se dio cuenta que lo de ayer era mucho más que el «cuarto tonto» que muchos equipos pasan cuando en el segundo parcial incluso bajó su nefasto rendimiento ofensivo. El Barcelona apostó por un equipo menos brillante para ir manejando la renta, pero la falta de acierto madridista le sirvió para mantener la renta en 16 puntos al descanso 15-31.

Era de esperar y el intento de reacción madridista llegó en ese tercer cuarto que tanto miedo ha creado en el Barcelona en la presente campaña. La inagotable voluntad de Hervelle y Felipe Reyes, acompañada por los mejores minutos de Bullock, sirvieron para endosar al Barcelona un parcial de 9-0 que comenzó a despertar los viejos fantasmas, pero en los momentos de crisis surgieron las figuras de Ukic, que con un triple sobre la bocina dejó la ventaja en 12 antes del último cuarto, y de Roger Grimau, con una actuación no tan espectacular como la de Navarro o Lakovic, pero efectivísima.