Athletic Los rojiblancos apenas generaron ocasiones en el Calderón tras el gol de Agüero
La falta de reacción del equipo aumenta el temor
La escasez de efectivos limita los recursos ofensivos de un equipo que parece comenzar a desinflarse
Manex ALTUNA | BILBO
El paso atrás dado en las últimas dos jornadas por el Athletic, le ha dejado en una situación muy preocupante. Es la primera vez que con Mané en el banquillo se encadenan dos derrotas consecutivas y los rojiblancos se han vuelto a meter en problemas cuando parecía que habían encontrado el camino para salir de ellos. El Athletic está fuera de descenso por la diferencia de goles, ya que empata a puntos con el Celta.
Sin embargo, el equipo que dirige Fernando Vázquez, por el momento, sale beneficiado en los enfrentamientos directos, ya que ganó en San Mamés (0-1) en la primera vuelta. Además, se han escapado en la clasificación otros rivales con los que comparte la pelea por abandonar la parte baja, a tres puntos Levante y Betis, a cuatro el Mallorca y ya a siete Villarreal, Deportivo, Racing y Espanyol.
La lectura más negativa de la derrota cosechada en el Vicente Calderón es que el Athletic perdió sin que el rival tuviera que trabajar demasiado. Con la ley del mínimo esfuerzo en la mano, el conjunto colchonero, por mucho que diga Aguirre que creó muchas ocasiones de gol, no realizó ningún recital y un momento de inspiración le fue suficiente.
Aunque se puede dar la vuelta a esa reflexión y pensar que un equipo que lucha por entrar en la Liga de Campeones fue incapaz de ser superior porque el Athletic supo hacerle frente. Pero no sería más que engañarse. Lo más preocupante de la derrota es que el equipo no reaccionó al gol recibido y se quedó totalmente bloqueado.
Ejercicio de impotencia
La escasez de jugadores es una de las razones que explica las pocas ocasiones que se generan. El Athletic apenas tiene recursos ofensivos y el equipo está cogido con alfileres. Da la sensación de que no puede dar más de sí. El segundo tiempo en el Calderón fue un ejercicio de impotencia en toda regla, por no decir el peor partido del Athletic en los últimos tiempos. A los rojiblancos les cuesta mucho mover la pelota y se fía todo al acierto en alguna jugada de estrategia o buscando a Urzaiz, si está en el campo.
Esa fórmula ha estado funcionando hasta hace poco y la coherencia se imponía en las decisiones que tomaba Mané para sortear los problemas. Pero en el Calderón optó por hacer tantos retoques que terminó por desconcertar a los jugadores. Cuando lo más normal hubiera sido hacer un cambio de puesto por puesto dando entrada a Zubiaurre por Javi González, modificó varias posiciones para meter a un jugador que había estado lesionado hasta hace poco.
La nula aportación de Yeste en los últimos encuentros, salvo en acciones a balón parado, también reduce y repercute en el potencial ofensivo del Athletic. El de Basauri está ausente y Mané continúa manteniéndole sobre el terreno de juego con la esperanza de que en cualquier momento suene la flauta. Es cierto que puede desequilibrar un partido con una acción, pero cuando no funciona habrá que buscar variaciones en el resto de jugadores del primer equipo o mirando a la cantera para darle descanso.