Greenpeace pide un acuerdo internacional para prohibir las bombas de racimo
Greenpeace ha demandado, en el marco de la reunión internacional de Oslo contra las armas de racimo, la prohibición definitiva de estas bombas en 2008, por considerar que «causa daños inaceptables a los civiles".
GARA |
«Son las armas convencionales más peligrosas para los civiles, ya que representan un peligro doble: pueden matar durante un ataque indiscriminado, o quedar sin explotar en amplios territorios y actuar como minas antipersona, matando civiles mucho después de que el conflicto se haya acabado», explicó la responsable de la campaña de desarme de Greenpeace, Mabel González, en un comunicado.
La organización ecologista Greenpeace reclamó ayer la firma de un tratado internacional para la prohibición de las bombas de racimo, en una nota difundida con motivo de la celebración, ayer y hoy en Oslo, de la primera reunión internacional para lograr un acuerdo contra este tipo de armas.
Para 2008
Casi cincuenta países de todo el mundo se reúnen en la capital de Noruega «para lanzar una iniciativa histórica que debe llevar a la prohibición internacional de las bombas de racimo», afirmó Greenpeace, que destacó que «el objetivo final es lograr un tratado en el año 2008». «Estas armas causan daños inaceptables a los civiles durante los conflictos armados y mucho tiempo después de que hayan terminado», subrayó.
Greenpeace trasladó, además, su satisfacción porque, finamente, y «a última hora» el Gobierno español se haya sumado al encuentro, pese a haber anunciado que no tenía intención de prohibir las bombas de racimo. La organización ecologista instó al Ejecutivo español a que «apoye activamente este tratado y prohíba la fabricación, venta, uso o almacenamiento en su territorio» de estas armas.
En noviembre de 2006, los estados integrantes de la Convención sobre Armas Convencionales de la ONU (CCW) no lograron un acuerdo para iniciar negociaciones sobre este tema. Como consecuencia, el Gobierno noruego anunció que lideraría un proceso encaminado a lograr un tratado internacional. La Conferencia de Oslo es la primera reunión de este proceso y sigue los pasos del que realizó en Otawa, cuando el Gobierno canadiense lideró un proceso para prohibir las minas antipersona.
«Es urgente»
En los últimos meses, decenas de gobiernos han expresado formalmente su apoyo a un tratado, y también lo han hecho el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), numerosas agencias de la ONU y cientos de organizaciones de todo el mundo agrupadas en la Coalición contra las Bombas de Racimo.
«Es urgente lograr un tratado para proteger a los civiles de las bombas de racimo», declaró Mabel González.
Los principales productores, EEUU, Rusia y China, no participan en este encuentro y no apoyan el proceso, pero González asegura que «puede salir adelante sin ellos, como ocurrió con el tratado sobre las minas antipersona, que se logró gracias a la voluntad de un grupo comprometido de países de pequeños y mediano tamaño».
Greenpeace estima que más de 75 países tienen bombas de racimo en sus arsenales y que han sido usadas en al menos 23 países. Se fabrican en más de 30, entre ellos Euskal Herria, ya que empresas vascas las producen.
Cientos de iniciativas parlamentarias pretenden prohibir o regular su uso en más de diez países, incluidos EEUU y Gran Bretaña. Austria ha decretado una moratoria hasta su prohibición internacional.