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El foro por la soberanía alimentaria de mali tiene nombre de mujer

La aldea de Sélingué, en Malí, será a partir de hoy y hasta el próximo martes la sede del Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria. El encuentro fue bautizado por la organizaciones de Mali con un nombre de mujer, Nyéléni, símbolo de la agricultura del país.

Luis HERNANDEZ

«La Jornada»

La agricultura se ha convertido en un asunto central en la agenda política mundial. Las diferencias en torno a la apertura del sector agrícola descarrilaron la Ronda de Doha y estancaron las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Los precios de las materias primas (granos, fibras y oleaginosas incluidos) han disparado las señales de alarma.

A diferencia de los tecnócratas, que no dan importancia a la agricultura y siguen apostando seriamente por la «teoría de las ventajas comparativas» para desorganizar el sector, campesinos de todo el mundo llevan años insistiendo en la necesidad de que sea reconocido el derecho a la soberanía alimentaria. Vía Campesina, la agrupación internacional de pequeños productores rurales más importante en el mundo, ha hecho de esta demanda un elemento central de su accionar. Ellos entienden la soberanía alimentaria como el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias y en materia de alimentación.

No se trata de un encuentro más, de los muchos que cada año auspician diversas ONG. En la inauguración participará el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el presidente de Mali, Amadou Toumani Touré. Asisten 600 delegados de los cinco continentes. Allí estarán personalidades como José Bové, Paul Nicholson y Rafael Alegría.

El Foro fue organizado y convocado por un colectivo conformado por Vía Campesina, la Red de Organizaciones Campesinas y Productores Agrícolas de Africa Occidental (ROPPA), la marcha Mundial de las Mujeres, el Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores pesqueros, el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria, la Red por la Soberanía Alimentaria, y los Amigos de la Tierra.

El foro tiene nombre de mujer. Fue bautizado como Nyéléni 2007 porque las organizaciones de Malí quisieron darle un nombre significativo para los campesinos de su país. Nyéléni -según Ibrahim Coulibaly- es el nombre de una mujer que entró en la historia del país como madre nodriza, madre agricultora, que luchó para afirmarse como mujer en un entorno que no le era favorable. Ese símbolo podría ser, también, el de la soberanía alimentaria.

El encuentro permitirá reafirmar el derecho a la soberanía alimentaria y precisar sus implicaciones económicas, sociales y medioambientales. Buscará definir una estrategia para que el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria sea reconocido como un derecho específico pleno y vinculante por los estados y garantizado por la ONU. Se trata de que esta lucha deje de ser una demanda exclusiva de las organizaciones campesinas y sea retomada por otros sectores: pescadores, trabajadores asalariados, ambientalistas, mujeres.

La discusión se organizará en torno a tres puntos centrales: ¿En pos de qué luchan? ¿En contra de qué luchan? ¿Qué pueden hacer al respecto?

Mali y el algodón

¿Por qué realizar un encuentro así en Malí? Malí es un país que ha hecho de la soberanía alimentaria el objetivo prioritario de su nueva Ley de Orientación Agrícola. Es un país situado en Africa occidental. Tiene 12 millones de habitantes; la mitad de menor de 15 años. El 80% de su población es rural. Fue colonia francesa. En su territorio se sucedieron grandes imperios africanos. La agricultura ocupa un lugar central en su economía. Cerca de 75% de la población es agricultora. El algodón, junto con el oro, es la principal fuente de divisas extranjeras; llegó a aportar el 15% del PIB. Malí es un país sumamente pobre. Tanto así que se encuentra entre las 10 naciones más pobres del planeta. El 90% de la población vive con menos de dos dólares diarios. A pesar de ello, Senegal, su vecino, menos pobre que él, recibe casi el doble de ayuda para el desarrollo. Si su algodón tuviera un precio justo, la pobreza se reduciría enormemente. Si los subsidios en EEUU se suprimieran, el precio de la fibra crecería.

En 2005, Amadou Toumani Touré, presidente de Malí, declaró en la sesión de apertura del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington: «Con demasiada frecuencia los programas nos son impuestos y luego se nos dice que se trata de programas nuestros... Personas que jamás han visto el algodón vienen a darnos lecciones sobre algodón...» La acusación no es gratuita. El Banco Mundial ha impedido que el Gobierno maliense obtenga más apoyos porque no ha privatizado su industria algodonera. No obstante ello, la liberalización del sector ha dejado a los productores a expensas de un mercado altamente distorsionado por las grandes subvenciones que reciben los agricultores estadunidenses. Desde 1990 su precio ha sufrido una caída sostenida, en parte como resultado del desmoronamiento de la industria textil rusa, gran consumidora de la fibra. A consecuencia de ello, 3 millones de campesinos algodoneros vieron disminuidos sus ingresos en 20% en 2005.

Por contra, en EEUU no sólo no se exige la liberalización del sector algodonero, sino que se propicia una fuerte intervención estatal. Solamente 25.000 agricultores estadounidenses cultivan algodón. Sin embargo, su riqueza e influencia es enorme. Obtienen una media anual de 3.400 millones de dólares por concepto de subsidios. El ingreso neto de un algodonero en el país del Tío Sam es de alrededor de 800.000 dólares al año. EEUU es el primer exportador mundial de algodón. Ello, a pesar de que son los productores más caros del planeta. Con la producción textil disminuyendo en su país, deben dedicar cada vez más volumen de su cosecha al mercado internacional. El programa de apoyo establecido asegura a los grandes cultivadores un precio mínimo de 70 centavos la libra de algodón para compensar cualquier caída en los precios.

Mali, pues, tiene buenas razones para hospedar un encuentro que hablará sobre la soberanía alimentaria, uno de sus problemas nodales.

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