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barricada cumple 25 años

Lo mejor: ver que una canción mía forma parte de la vida de la gente

Enrique Villareal, "El drogas"

Vocalista y bajista de Barricada

Kristina MARTIN | DONOSTIA

Nada menos que 25 años han pasado desde que una cuadrilla de la Txantrea decidió luchar por su sueño: hacer música. Lo han logrado y, después de una veintena de discos y unas 200 canciones, mantienen la ilusión. Un encantador Enrique Villarreal, más conocido como El Drogas, hace un balance de las bodas de plata del ya mítico grupo de rock and roll vasco.

25 años de conciertos a sus espaldas y casi 200 canciones, muchas de ellas parte del cancionero popular vasco. ¿Qué han ganado y qué han perdido en este cuarto de siglo?

No sé... igual el aspecto físico, eso sí que ha cambiado mucho. Pero la ilusion de estar en esto y de salir a un escenario, aunque parezca mentira, la seguimos teniendo. Además, ahora somos más conscientes de lo que supone estar en este mundo, con lo cual disfrutamos más de nuestra música y de los conciertos. Al principio, todo era más intuitivo, más visceral, más a saco. De todas formas seguimos siendo el mismo desastre que antes.

En algunas webs opinan que Barricada ha ido perdiendo su lado combativo. ¿Qué opina?

Las canciones las vas haciendo pero no te preocupa en exceso cómo la gente lo pueda recibir. Lo que sí nos gusta es que las canciones entren a formar parte de la banda sonora de las personas que nos escuchan. Cuando terminas de escribir la letra, te quedas vacío y cuando la estrenas en directo la canción deja de ser tuya. Yo me alegro de cobrar los derechos de autor, pero lo que más me gusta es que la gente haga suya la canción porque les recuerda un momento especial. Me da lo mismo que hayan entendido lo que quiero decir o la interpreten de otra manera. A veces las explicaciones que me ha dado la gente me han gustado más que mi idea original.

Giras y conciertos. ¿Se los plantean de la misma forma o son más selectivos?

Antes hacíamos un montón de conciertos por la causa. Pero con el tiempo, vas teniendo un caché y eliges un poco más. Nos movemos once personas, dos furgonetas, y eso tiene un precio. De todas maneras, normalmente hemos ido allí donde nos han llamado. Este año, en cambio, es especial. Con el 25º aniversario, queremos hacer festivales largos, de cerca de tres horas. Por eso, ponemos alguna condición: que no toquen más de dos grupos...

El pistoletazo de salida de la gira de aniversario se dará en Atarrabia. ¿Han elegido este pueblo o les han elegido?

Fifty-fifty. El concejal de Cultura del Ayuntamiento, José Luis Uriz, ya nos llamó por el 20º aniversario de la publicación de nuestro primer disco. La experiencia fue cojonuda. Se nos trató muy bien y todo estuvo muy bien montado. Ya entonces nos propuso celebrar allí el 25º aniversario y al final, ha sido el primero en contratarnos.

Una parte del concierto será acústica, como ya hicieron en el Teatro Gayarre.

Hemos hecho este tipo de actuación en cinco teatros y queríamos haber hecho más. Sin embargo, en algunos teatros decían que no al enterarse de que era Barricada. En otros, el aforo era pequeño y tenían que poner una entrada muy cara para poder llevarlo adelante... Es una pena, porque el trabajo más complicado estaba hecho, y lo que te gusta es que lo vea cuanto más gente mejor. Pero eso es lo que tiene este país, que siempre se le da vueltas a lo mismo. Si te encuadran en una historia, parece que no puedes salir de ahí. Así que aprovecharemos los conciertos del 25º aniversario para llevar esto que llamamos «Barricada de otra manera».

¿Qué aporta un saxofón, una armónica o unas coristas a un concierto de Barricada?

Nos gusta enredar. Ya en los ensayos, se me ponen los pelos de punta al escuchar los arreglos de las coristas, del saxo o del teclado. Me gusta la música y no me importa si esos sentimientos se reflejan con distorsión o de otra manera. Además, con el tiempo uno se siente cada vez más capacitado para poder llevar a cabo este tipo de cosas.

En 25 años se conserva el núcleo del Barricada original. ¿Cómo han logrado que la sangre no llegue al río?

Todos luchamos por el mismo objetivo: mantener la historia de Barricada, incluso con un punto de egoísmo. Nos gusta la farándula y quien ha ido dejando el grupo es porque no se sentía capacitado para seguir el ritmo. Ensayamos todos los días, hacemos kilómetros, nos gusta la furgoneta, aunque llegues hecho polvo. Y si estamos 15 días seguidos en casa, la familia ya te empieza a decir: «¡Oye, a ver cuándo os váis!».

No son habituales de las radios, no salen en televisión y, aun así, llevan años y años vendiendo decenas de miles de discos. ¿Cuál es la pócima?

¡Ay si lo supiéramos! Prefiero no saberlo. A veces te preocupa que la gente te quiera conocer porque igual no estás a la altura de lo que esperan de ti.

¿Siguen yendo a vuestros conciertos los seguidores de vuestros orígenes o el público se renueva?

Un poco de todo, aunque cada vez hay menos de nuestra edad. Algunos van con sus hijos adolescentes, pero nosotros les vemos poco, porque en la primera fila están los más jóvenes. Los de nuestra generación suelen estar apoyados en la barra.

En estos tiempos en los que se venera lo políticamente correcto hacer cierto tipo de canción puede ser peligroso. ¿Cómo se lleva esta espada de Damócles?

Nosotros procuramos pasar desapercibidos, no hablar demasiado, aunque estás a verlas venir y esperando que no te pase lo que a Soziedad Alkoholika. Un grupo que vive de los directos y de repente la maquinaria se mete a saco contra ellos... Se me hace incomprensible porque creo que hay muchas otras cosas con las que meterse. Si pones ahí el límite de las actuaciones judiciales, imagínate dónde tendría que estar la Cope, qué tendríamos que hacer con los curas y con los políticos que nos mienten cada dos por tres. Un artista nunca debería sentirse censurado. Aunque, al final, aprendes a hacer regates, pero no debería ir por ahí. Si a alguien no le gusta S.A., que no vaya a verles. Es como intentar matar moscas a cañonazos.

¿Lleva esta presión a la autocensura?

Sí me lo parece. No tanto en mi caso, porque me gusta regatear mucho con las canciones. Yo no me conformo con los dobles sentidos, a veces busco hasta cinco. Lo que sí es grave es el hecho de que ni en literatura ni en música habría pasado nada interesante con esta forma actual de ver las cosas. Baudelaire, (Leopoldo) Panero, el movimiento punk, no habrían sucedido. Además, aquí se ha utilizado a ETA de manera rastrera. Uno puede ser víctima del terrorismo, pero eso no quita para que lo que digas sea una tremenda estupidez. Por ambos lados. Desde la Guerra Civil, algunos se han acostumbrado a ser los únicos que escriben la historia.

¿Están preparando nuevas canciones?

Sí. Unas cuantas hablarán sobre la Guerra Civil. Vivo en la Txantrea, al lado del monte Ezkaba, en cuya cima estuvo la prisión más terrorífica del país. Me entró el gusanillo de saber por qué tanta ignorancia en la generación siguiente a la guerra. Por qué nuestros padres no han hablado de la Historia, cómo el franquismo logró que se interiorizara el terror... Me apetece encontrarme con las historias de los que vivieron esa época. Quiero recopilar información sobre un pozo en Teruel en el que se tiró a un millar de personas. La CNT tenía allí una especie de mausoleo que ahora va a desaparecer con la nueva autovía. K.M.

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