Martín Patino (Lumbrales, Salamanca, 1930) fue ayer el protagonista de la sesión matutina del Festival Punto de Vista de Iruñea, en cuya sección «Heterodocsias» se proyectaron dos de sus trabajos, «El grito del sur. Casas viejas» (1996) y «A la sombra de la Alhambra» (2006), éste último hasta ahora sólo visto en la exposición «Paraísos» de este invierno en Granada.

En rueda de prensa, Martín Patino dijo no saberse definir como cineasta, sino sólo «como un ser humano al que le gusta esta profesión. Para mí es un lujo, ha sido un juego hacer cine».

Recordó sus comienzos en la cinematografía, en los años 60, y su «choque con la censura», un «incordio latoso, por lo que sufrías y generaba tensión, pero llevábamos las de ganar», aseguró el director, quien sin embargo reconoció que «a la segunda película me liberé, me encerré en el sótano de mi casa y empecé a hacer películas clandestinas» sobre la tortura y sobre el régimen de Franco. «Era un ejercicio estimulante» del que «surgieron unas cuantas películas que guardé hasta que Franco muriera», porque «las películas duran más que los dictadores», manifestó un Martín Patino seguro de que «nunca he dejado de hacer las películas que me apetecía hacer».

Sobre el cine documental, que ha centrado su trabajo profesional, señaló que «nunca he sabido qué es el documental, supongo que es lo que yo he hecho, que son películas tomadas de la realidad, documentadas», si bien advirtió de que su concepto de la realidad es subjetivo porque se basa en su subconsciente y en su experiencia vital.

Sobre la labor de Hollywood

El cineasta ensalzó la utilidad de del cine de ficción, del «cine espectáculo», que «nos ha hecho a todos más solidarios, ha abierto al espectador a otros mundos y vivencias y ha fortalecido la industria del cine para permitir que haya diferentes géneros».

Así, aseguró que «Hollywood ha hecho una labor estupenda», aunque también lamentó su conversión «en un espectáculo, a veces muy supeditado a la industria». Sin embargo, «en ese patrimonio general del cine quedan otras maravillosas que nos han enriquecido», resaltó un enamorado del cine que desde bien joven fue espectador de numerosas cintas, aunque «ahora me cuesta trabajo, quizá por una cierta saturación, o por pereza, o porque quiero ver cosas que no me aburran o porque soy exigente», reconoció.

En todo caso, se mostró optimista con el futuro del cine.