GARA > Idatzia > Kultura

«El arte se acepta con una naturalidad tal que ya es muy difícil escandalizar"

Mari Puri Herrero, pintora

La pintora bilbaina Mari Puri Herrero (1942) regresa a Donostia después de diez años con una colección de cuadros creados desde 2000. La exposición individual «Nada semejante» se inauguró ayer en la galería Arteko (Iparragirre, 4), en el barrio de Gros, y reúne óleos y dibujos, de pequeño y gran formato, «un reflejo de mi manera de trabajar». La muestra permanecerá abierta hasta el 21 de abril.

Kristina MARTIN | DONOSTIA 

«Nada semejante». ¿Por qué ese título?

El título se refiere al trajín que me traigo con el tema de la realidad. Me intereso mucho por un tema, empiezo a hacer el cuadro con semejanzas a algo que tengo en mente, pero cuando el cuadro toma vida propia, se transforma en otra cosa.

En Arteko expone cuadros creados desde el año 2000 hasta la actualidad. ¿Qué evolución ha experimentado tu obra?

La última exposición que hice en Donostia fue en 1997, por lo que hemos querido hacer un recorrido largo. Con respecto a la evolución, no soy de cambios bruscos, sino de matices. A veces aparecen los mismos temas, pero se van transformando. También ha sido una ocasión buena de mezclar cuadros grandes y pequeños, óleos y dibujos. Es poco usual, pero esta presentación refleja mi forma de trabajar cotidiana. A veces estoy con un cuadro grande y al mismo tiempo me pongo con un pequeño dibujo. También suelo mezclar técnicas. Si me atasco con un óleo, cambio al dibujo...

Algunos de los dibujos expuestos reflejan su estancia en París. ¿Qué le aporta esta ciudad?

Suelo pasar temporadas en París. El año pasado estuve seis meses y me refugié mucho en el papel. Mi estudio allí era pequeño, por lo que la mayoría de los dibujos que hice son de formato pequeño y en papel. Esto me sirve para iniciar un trabajo que a veces luego desarrollo en otro formato. Estos años he tenido interés en la relación de las personas y de la ciudad con la naturaleza. Cuando estaba en Bilbo me interesaron los jardines de Albia y en París el parque de Luxemburgo. En ambos se da la mezcla de ciudad y arbolado, por lo que en mis cuadros reflejo estas imágenes independientemente de dónde esté. El interés temático se lleva dentro.

¿Le ha pesado o limitado alguna vez el origen?

Este es mi sitio y siempre vuelvo, pero no soy de esas personas que van diciendo «como esto no hay nada en el mundo».

¿Qué opina de las nuevas tendencias, de los artistas actuales?

El mundo del arte ha cambiado en la misma medida que la sociedad. La percepción del arte ahora es mucho más abierta. Sigue habiendo unos tics, unos lugares comunes, pero ahora la sociedad acepta el arte con más naturalidad. Hoy en día escandalizar con el arte es muy difícil.

¿Le parece suficiente el circuito de museos y galerías existente en Euskal Herria?

Hay muchos estudiantes, se organizan muchas cosas. Es un momento de gran creatividad. Hará falta tiempo para cribar lo que perdura, pero siempre es bueno que haya más galerías y, sobre todo, casas de cultura en cada localidad donde los jóvenes puedan dar a conocer su obra, que oiga comentarios y se relacione con otros artistas.

Últimamente se está promocionando mucho los museos. ¿Es beneficioso para el arte?

Aquí se entremezcla el arte con el espectáculo, el márketing, con el fenómeno del turismo. Pero sin duda siempre es mejor que haya más donde elegir.

A la hora de valorar el éxito de una exposición. ¿Es más importante atraer a más público o vender más cuadros?

Quien se interesa por hacer caja sólo mira cuánto vende. Pero es un arma de doble filo. Algunos artistas han vendido mucho en plan muy comercial y esta dinámica les ha hundido como artistas. Otros, en cambio, con menos ventas, han tenido una trayectoria que a la larga ha hecho que sus cuadros se coticen más. Al margen de lo económico, algunos que venden mucho no están bien considerados en la profesión y viceversa. En definitiva, el éxito comercial y el éxito entre la gente sensible al arte no van siempre a la par.

 
«Cuando me casé en 1969, algunos dieron por hecho que dejaría de pintar"

En la década de los 70 era una mujer artista en un mundo, también en el arte, dominado por hombres. ¿Cómo se defendió en este terreno?

Yo siempre he ido a mi aire y he hecho lo que me ha gustado. Recuerdo que cuando me casé, en 1969, algunos corrieron la voz de que dejaba de pintar. Pero no me causó ningún problema, porque con el tiempo aquellos que anunciaron mi retirada han visto que sigo trabajando.

Actualmente, en cambio, la mujer se ha introducido con fuerza en el ámbito artístico.

Efectivamente, en estos años hemos vivido un cambio radical. Ahora hay muchas más mujeres y, es más, una parte de su arte es muy militante del tema feminista. Yo no he hecho bandera de eso. Nunca dije «cuando una mujer se casa tiene derecho a seguir trabajando», simplemente lo hice.

Durante su trayectoria ha viajado y expuesto en Europa. ¿Qué diferencias vio?

Cuando empecé a andar por Europa había un abismo. Para mí fue un shock tremendo. Ahora no tiene nada que ver. Los estudiantes de Bellas Artes ahora están muy informados de lo que se hace fuera. Cuando estuve en Amsterdam, allí había cantidad de pintura moderna. Además, en Holanda confluían las nuevas tendencias de América, el pop... corrientes de las que aquí entonces no se veía nada de nada. La diferencia era que allí los artistas eran muy conscientes de la importancia de su tradición artística y se beneficiaban de ella. Sabían que de esa herencia podían aprender. Aquí, en cambio, se hablaba de romper con lo antiguo, aunque en realidad nunca he visto tal ruptura. A mi entender, en cada época se han hecho las cosas como se creía que había que hacerlo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo