represión contra la juventud en dinamarca
Lágrimas y rabia ante el derribo de un símbolo de la cultura alternativa
Por sopresa y ante un fuerte despliegue policial que mantuvo la zona acordonada, comenzó el derribo de Ungdomshuset, símbolo de la cultura alternativa en Copenhague. Cientos de jóvenes vieron, entre lágrimas e impotencia, cómo desaparecía este histórico edificio.
GARA | COPENHAGUE
Bajo un fuerte despliegue policial y los rostros cubiertos con máscaras para no ser reconocidos, un grupo de trabajadores comenzó a las 8.00 el derribo de Ungdomshuset, en el distrito de Noerrebro en Copenhague. El nombre de la firma propietaria de la excavadora también estaba tapado, contraviniendo las recomendaciones de los sindicatos daneses, que habían animado a no aceptar un trabajo que se desarrollara bajo vigilancia policial. Los policías, ayudados de perros, acordonaron la zona.
De lejos, defensores y usuarios de este edificio, epicentro de la cultura alternativa, no podían contener las lágrimas así como la rabia por este derribo.
«Es un día triste. Se priva a los jóvenes de una casa que les gustaba y donde organizaban un montón de actividades», subrayó una madre en declaraciones realizadas a la cadena de televisión danesa TV2 News.
«He llorado de tristeza. Venía a menudo a Ungdomshuset, que ofrece una actividad cultural que no se encuentra en ninguna otra parte de Dinarmaca», resaltó una estudiante. «No soy una marginal. Considero que la sociedad debe dejar lugar a todas las corrientes, también a la cultura alternativa y Ungdomshuset era un símbolo», añadió.
Otra joven, de 14 años, se preguntaba una y otra vez el porqué de esta demolición. En cuanto se enteró de «esta triste noticia» corrió al lugar para presenciar con sus propios ojos lo que estaba sucediendo.
«Creen que el problema desaparecerá bajo los golpes de las niveladores pero se equivocan totalmente. No lograrán matar el alma de esta casa», declaró otro joven. En este contexto de impotencia, enfado y pena, el domingo realizaron un velatorio. A un centenar de metros de este histórico edificio de cuatro plantas, encendieron cirios y depositaron flores, además de escribir palabras de adiós. Medio centenar de personas se concentró en la rotonda de Noerrebro.
Ungdomshuset, fundada en 1890, es un emblema del obrerismo en Dinamarca. En pleno auge del movimiento okupa, lograron que el Ayuntamiento la cediera a los jóvenes en 1982. Desde entonces, ha acogido conciertos, comedores populares y un gran abanico de actividades. Pese a su dinamismo y el importante papel que desempeñaba en Copenhague, en 2001, el Ayuntamiento lo vendió a una comunidad cristiana fundamentalista llamada Faderhuset, de orientación conservadora.
Tras un largo periplo judicial, logró una orden de desalojo que se ejecutó el pasado jueves, provocando múltiples protestas y una oleada de detenciones. Más de 600 personas fueron arrestadas y hubo, al menos, 20 heridos. De ellos, 215 ya han pasado a disposición judicial y 189 han ingresado en prisión preventiva. Precisamente, alrededor de 200 personas se movilizaron con música y ruido frente a la cárcel del Oeste, donde permanecen la mayoría de los encarcelados.
Las protestas también se extendieron fuera de Dinamarca. En Oslo, la Policía noruega disolvió con gas lacrimógeno una concentración frente a la embajada danesa. El consulado en Bergen fue ocupado temporalmente de forma pacífica.
«Desde la primera vez que Faderhuset habló del derribo de esta casa de más de cien años, hemos propuesto una y otra vez a los políticos que les ofrecieran otro terreno y se protegiera la historia. Los políticos han elegido conscientemente ignorar la oferta», denunció el movimiento okupa en un comunicado.
La líder de esta secta, Ruth Evensen, se escudó en el «estado ruinoso» de la casa para justificar su derribo. Dijo que en el lugar se construirá un centro «abierto» a todo el mundo. En su comparecencia, realizada bajo fuertes medidas policiales, llegó a decir que Ungdomshuset «es la mayor bomba incendiaria y el sitio más peligroso para la salud de Copenhague, por eso creemos que hacemos una buena acción. No es digno para los jóvenes y, como madre, digo que no se puede consentir tener a nuestros hijos ahí dentro».
Por su parte, dirigentes del sindicato de la construcción criticaron que les negasen el acceso a la zona y anunciaron que están estudiando denunciar al Ayuntamiento si el derribo no cumple la normativa vigente.