Iñaki Lekuona Periodista
Paracaidismo soberano en Angelu
Gran defensora de la soberanía del Quebec, territorio francófono por excelencia de ultramar, la paracaidista que saltó el viernes pasado sobre los tejados de Angelu no supo caer de pie sobre suelo vasco. Y eso que no se le ocurrió realizar piruetas en el aire. Simplemente saltó. Y Ségolène Royal cayó mal. La presidenciable al Elíseo mostró que no tiene carisma de presidente de la República francesa, porque un candidato a la jefatura de un Estado no puede contentarse con sonreír para esquivar las preguntas.
Tres fueron las interrogantes que los periodistas le plantearon: la situación del euskara, el tema de la creación de un departamento vasco y, finalmente, el proceso de resolución del conflicto. A la primera cuestión la candidata socialista se contentó con afirmar que Francia ratificará la Carta europea de las lenguas minorizadas; vaya revolución. A la segunda pregunta, Ségolène Royal respondió con una negativa; y nada de argumentarla. Y sobre la tercera interrogante, la presidenciable socialista simplemente no se pronunció afirmando que «ya he respondido a esta pregunta»; lo que no se sabe es cuándo, ni dónde, ni qué respondió, para rejolgorio del presunto investigador Iker Jiménez que ya tiene otro fenóme- no paranormal que indagar.
Pero la de los periodistas es una raza terca donde las haya. Y algún descarado le recordó aquello que dijo sobre la soberanía del Quebec, que si el sujeto es la población de este territorio y no el Estado de Canadá, y más blablá. Y si Quebec sí, ¿Euskal Herria por qué no? Pero, queridos míos, «no es lo mismo».
Que Euskal Herria no se parece nada al Quebec es obvio, a pesar de que haya en el extremo oriental de esta parte de Norteamérica una comunidad con fuertes raíces vascas que incluso lleva varios años sacándole partido a un parque temático sobre nuestra cultura e identidad. Pero, aunque el parecido sea nulo, Euskal Herria y el Quebec comparten la existencia de un problema político cuya raíz es la negación de su propia soberanía por parte de un Estado que se dice de derecho y soberano. Y en el ejercicio de la soberanía, Quebec y Euskal Herria sí es lo mismo. A eso tendrá que responder esta candidata y cualquier otro soberano paracaidista que quiera sentarse en el sillón del Elíseo.