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Con el precedente del «caso Libby", la UE debería desconfiar en la crisis nuclear iraní

Las responsabilidades del «número dos» de la Casa Blanca en la fabulación que permitió desencadenar la segunda guerra contra Irak aparecen con nitidez tras la condena a Lewis Libby. El principal colaborador del vicepresidente estadounidense ha sido condenado por mentir a la Justicia. Concretamente, el colaborador de Cheney ha sido declarado culpable de encubrir una campaña gubernamental destinada a perseguir y a desprestigiar a un diplomático norteamericano que desmintió los argumentos que sirvieron de cobertura a George Bush para lanzar la campaña bélica contra Irak. Desde los tiempos de Ronald Reagan, con el escándalo Irán-Contra como referente, no había sido condenado un funcionario de tan alto rango por un delito federal con fuertes implicaciones políticas.

A la vista del precedente, la Unión Europea, que ayer denunció ante la OIEA a Irán por el incumplimiento de sus compromisos en la crisis nuclear, haría bien en desconfiar del interés de Washington en fomentar sanciones como paso intermedio hacia un «inevitable y legítimo» uso de la fuerza frente a la «amenaza» iraní. Otra vez asoma la mentira.

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