Me dirijo a ustedes por ser los máximos responsables de lo poco bueno y mucho malo que ocurre en este país. A ustedes que hasta la saciedad en cientos de comparecencias se presentan tan contrarios a la violencia venga de donde venga. La verdad es que la única que les preocupa es la que procede de la izquierda abertzale ante tanta injusticia.

Sin ir muy lejos, en Sondika recientemente falleció un hombre-niño de 21 años al caerse del tejado en el que trabajaba sin condiciones de seguridad. Ese hombre-niño ha sufrido la violencia máxima, el terrorismo máximo. No les he visto a ustedes en comparecencia alguna, en funeral alguno, en minuto de silencio alguno, en pésame alguno, en concentración alguna.

Toda injusticia es terrorismo y, desgraciadamente, en Euskal Herria se padece de diversas maneras. Una de ellas el accidente laboral que un día sí y otro tam- bién arrastra tras sí a jóvenes, a hombres maduros, a chavales en su primer día de trabajo, a inmigrantes que abandonaron su tierra para buscarse el pan...

Déjense, pues, de tanta condena inútil, de tanta hipocresía, y trabajen en defensa de todos los derechos, también de los de la clase obrera.