Jakue Pascual Sociólogo
Lobotomía histórica
Para Anson no es verdad que en la guerra «incivil" se alinearan en un bando los buenos y en el otro los totalitarios
Las boinas rojas se vuelven pardas como gatos en la noche. Los focos del camión alumbran fosas en la cuneta. La cuerda desciende del vehículo al final de la carretera de Ulia. Prisioneros alineados con culatas. El pelotón apunta... Se estremece la luna.
Continúan las exhumaciones de cadáveres de ejecutados en la contienda del 36. Unos 300 fusilados en Donostia, miles en la Navarra de Mola. Los Junkers arrojan fósforo y la propaganda franquista repiquetea mentiras. Traiciones en el «inexpugnable» Cinturón de Hierro y Santoña. Balance en el País Vasco: 50.000 muertos, 10.000 presos y 150.000 exiliados.
El 28 de julio de 2006 se aprueba la Ley de la Memoria Histórica; el PP se opone y ERC se abstiene por restitución insuficiente. La ultraderecha quiere las cosas tal cual, que no se remueva la mierda. Para Jáuregui «la Transición confundió perdón con olvido». Y Garzón habla de juicio sin responsabilidad penal. La Ley quiere rehabilitar a las víctimas y reparar algo del daño causado.
Represión franquista, sistemática y oculta. Pena capital: «se evitará que la inscripción refleje la causa de la muerte». Enterado o conmutado. Franco: La liquidación de la contienda no puede hacerse con amnistías «que más bien son engaño que gesto de perdón». 509.000 muertos, 35.000 sin paradero, y 1.150.000 entre exiliados, presos y represaliados.
Para Anson («El Cultural», «El Mundo», 1-3-07) no es verdad que en la guerra «incivil» se alinearan en un bando los buenos y en el otro los totalitarios. Para él se trata de un ajuste de cuentas entre extremos, comunistas y fascistas, y obvia a los demás: tradicionalistas, nacionalistas, republicanos, anarquistas y monárquicos. Alfonso XIII escribió a su tía Paz: «nuestra cruzada continúa metódica y victoriosa, aunque lenta».
Vidas «ejemplares» desde cuya guía Ansón deduce que ni vencedores ni vencidos «merecen reivindicación», por malos. Y se apoya en el historiador Stanley G. Payne que considera un error la Ley de la Memoria, por ser «emocional y subjetiva, no histórica»; olvidando que los muertos se pueden contar.
Para el articulista la guerra está superada, la transición dio carpetazo, y reprocha a Zapatero su insistencia en remover tumbas para ver victoriosos a los vencidos. Una incongruencia que -a su entender- no interesa a las nuevas generaciones ya que los jóvenes «serios» de la democracia «miran hacia el futuro sin volver la vista al pasado».
Pero Ansón se equivoca. Cada vez se ven más jóvenes españoles con memoria familiar franquista secundar las llamadas de los populares y enarbolar banderas con yugos, flechas y aguiluchos.
Ansón, la memoria es subjetiva pero tiene fechas. Estamos aquí por casualidad y algunos gracias a que el obús, lanzado por el acorazado Cervera el 24 de agosto de 1936, no estalló al atravesar el edificio de la calle Puerto en donde residía mi familia. La guerra que nos han contado tiene datos precisos.