Rufina Amaya, única superviviente y testigo de la «masacre de El Mozote», ocurrida en 1981 en el departamento oriental de Morazán a manos de soldados salvadoreños, murió de un infarto, según se informó ayer.

Con Amaya, será sepultada una larga lucha porque se aplique justicia en el caso. Unas mil personas, la mayoría niños, mujeres y ancianos, fueron muertos en masa entre el 11 y 13 de diciembre de 1981 en el cantón El Mozote durante una operación del Batallón de Infantería de Reacción Inmediata Atlacatl.