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Milán-San Remo

Freire es superior y logra su segunda pica en Vía Roma

El velocista del Rabobank se mostró intratable y batió a Davis, Boonen y McEwen; Ricco y Gilbert se escaparon en el Poggio pero su renta fue escasa

Unai IRARAGORRI | BILBO

La Milán-San Remo del Centenario fue más corta que nunca. Se acabó a mitad del Poggio. Aunque suene atrevido decirlo, la Classicissima ya tenía ganador: Oscar Freire. La facilidad con la que el cántabro del Rabobank subió la cota presagiaba su segunda pica en Vía Roma. En meta no hizo sino cumplir el pronóstico y se impuso con facilidad a un recuperado Allan Davis (Discovery) y Tom Boonen (Quick Step). El mejor vasco en meta fue Koldo Fernández de Larrea (Euskaltel-Euskadi), en el 41º puesto, si bien el mayor protagonismo fue para Patxi Vila (Lampre) y Aitor Hernández (Euskaltel-Euskadi), éste escapado durante 180 kilómetros, de un total de 294.

Es un depredador, su calidad es innata. En los últimos metros se transforma. Fuera de la carretera, Freire es un tipo despistado, humilde y modesto, que no parece consciente de los grandes éxitos que ha logrado. Nada menos que ser triple campeón del mundo, en un palmarés de casi 50 victorias, cinco ya en 2007. Sin embargo, sobre el asfalto pocos hay como él. Bettini, Valverde y alguno más. Inteligente. Es un felino. Imbatible cuando está en forma y disputa un esprint. Pasa a todos por encima. Como ayer. Insultante.

Ataques

Ricco y Gilbert marcaron la diferencia en el Poggio -un pinchazo desgastó a Bettini-. A Efimkin, Mazzanti, Serrano, Vila, Kessler y Popovych les faltó gas. Ese último y Pellizotti -Moletta sufrió una espectacular caída- tensaron antes del Poggio.

La renta de las promesas italiana y belga -23 y 24 años, respectivamente- fue escasa y los diez segundos por la cima fueron insuficientes. Cazados poco antes del último kilómetro, el Milram se organizó.

Petacchi tenía a tres compañeros por delante, y Zabel -triple ganador- le lanzó, pero el italiano no es el mismo desde que se partió la rodilla en el pasado Giro. Ni siquiera pudo sobrepasar a su compañero.

Espectacular

Freire, McEwen y Boonen asaltaron entonces la Classicisima, y en un duelo de altos vuelos, el cántabro despegó los dorsales a todos. Su triunfo fue rotundo. Incontestable. Simplemente, ayer fue el mejor del mundo. Nadie se podía interponer entre él y la victoria. Segundo triunfo en San Remo al zurrón, tras ganar in extremis en 2004 a Zabel. Y al igual que entonces el primer abrazo fue para su protector y confesor Joseba Núñez. Nadie como el vizcaino conoce el frágil, pero a la vez, gran físico que posee Freire.

Una trayectoria repleta de éxitos, pero que también conoce los sinsabores de la profesión. La espalda castiga a Freire. Ha aprendido a sufrir en silencio. El año pasado, por ejemplo, apenas compitió desde abril debido a unos mareos que sufría por los dolores cervicales.

El resto se consoló con la segunda plaza. Boonen y McEwen no pudieron, y Freire impidió la victoria de Davis, el australiano afincado en Oiartzun.

Aitor Hernández y Vila coparon buena parte del protagonismo de la carrera

El pelotón vasco se dejó notar. Aitor Hernández se escapó a falta de 200 kilómetros junto con Brutt, Kunitski, Sella, De Kort y Traficante. Su testigo lo recogió Vila. El beratarra se vació y fue cabeza de carrera hasta el último latigazo de Ricco. Fernández de Larrea, 41º, entró en el grupo delantero en su primera participación, pero llegó sin fuerzas. Y regusto vasco también dejaron Serrano y un Davis al que alegra ver en la elite.

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