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«¿Por qué los chavales conocen a Robin Hood y no a Sanchicorrota?"

Kepa Arburua, escritor

Kepa Arburua (Hendaia, 1940), ingeniero de profesión, acaba de publicar simultáneamente en francés y castellano «Sanchicorrota, bandolero de las Bardenas», libro en el que novela y contextualiza en su marco histórico las andanzas de aquel bandido que vivió a mediados del siglo XV y cuya memoria aún perdura entre las gentes de los pueblos de la Ribera de Nafarroa.

Martin ANSO | ZIBURU

Kepa Arburua nació en Hendaia -«cosas de la Guerra», dice-, pero su familia es originaria de Etxalar y él se siente «ante todo» navarro, lo que queda patente en sus libros. «Hasta la fecha -indica al respecto este ingeniero afincado en Ziburu- he escrito cuatro, y, salvo el primero, una autobiografía sobre mis vivencias en la Guerra de Argelia, a la que me llevaron forzado, todos tienen que ver con Navarra». Se trata de «Sanfermines», una novela ambientada en las fiestas de Iruñea, «Dans le vent des Bardenas'» y, ahora, «Sanchicorrota».

¿En qué camino le salió a usted al paso Sanchicorrota?

En las Bardenas, naturalmente, en el paraje que lleva su nombre y donde, según la tradición, tenía su refugio. Me acerqué con mi coche y unas personas que, como yo, estaban allí de excursión enseguida me preguntaron: «¿Francés?». «No, francés es el coche, yo soy navarro», les respondí. Empezamos a charlar y entonces oí por primera vez la historia de Sanchicorrota. Cantamos, bebimos y pasamos el día. De vuelta a casa, sin embargo, no podía sacarme de la cabeza aquel bandido que robaba a los ricos para dar a los pobres.

Sanchicorrota no le había robado la bolsa ni le había quitado la vida, pero sí se había apoderado de su curiosidad.

Eso es, así es que, en cuanto pude, fui a Tudela, a comprobar en los archivos que Sanchicorrota efectivamente había existido. Luego me interesé por el contexto histórico en el que desarrolló su actividad. Acudí a los archivos de Iruñea y consulté también con medievalistas navarros y franceses, quienes me descubrieron una época muy interesante, en la que el rey Juan II de Aragón usurpó el trono a su hijo el Príncipe de Viana, mientras el pueblo se moría de hambre, algo que, por cierto, me recordó las penurias de la Guerra, cuando, siendo yo un niño, nuestro padre estuvo forzado en Alemania.

Y con esa documentación se decidió a escribir el libro.

No, lo que me decidió fue comprobar que, todavía cinco siglos después, la gente de Cascante, Fustiñana o Mélida conserva la memoria de Sanchicorrota, un bandido que robaba a los ricos para dar a los pobres.

Como Robin Hood.

Exacto, con la diferencia de que Robin Hood es sólo una leyenda y Sanchicorrota existió realmente. Y pensé que este bandolero merecía ser el protagonista de un libro e incluso quizá de una película.

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