Jon ORMAZABAL

Por muchos errores que hayan cometido, el Deportivo Alavés depende ahora mismo casi exclusivamente de la respuesta que pueda dar el grupo de «mercenarios» que ha conformado Dmitry Piterman para esta temporada. Más que nunca, la respuesta de esa plantilla que su propio presidente se ha encargado de dividir marcará no ya sólo la carrera profesional de cada uno de los futbolistas o el proyecto especulativo del ucraniano, sino también el futuro de una entidad que atraviesa el momento más crítico de su historia. Con la posible vuelta de Chuchi Cos en el horizonte y con la imagen de indolencia demostrada ayer, los pocos aficionados que acudieron a Mendizorrotza -la peor entrada de la historia moderna en partido oficial- salieron con una gran crisis de fe, sabiendo que sólo les queda confiar en la profesionalidad de «sus mercenarios».