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«La crítica es uno de los actos más revolucionarios que hay»

Senel Paz

Escritor

La nueva novela de Senel Paz, «En el cielo con diamantes», ha tenido un parto muy accidentado. El autor del guión de «Fresa y chocolate» se recluyó durante seis meses en un apartamento de Barcelona para escribirla, pero el ordenador le falló y no pudo recuperar ni una hoja de ese trabajo. Tuvo que reescribirla completamente.

A. G. HERNÁNDEZ (La Jornada) | LA HABANA

Después del espectacular impacto editorial y literario de su relato «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» (1991), el escritor cubano Senel Paz no había vuelto a publicar. El silencio de más de tres lustros se ha roto con la aparición reciente de la novela «En el cielo con diamantes» (Ediciones B), en la cual las peripecias sexuales y amorosas de dos hombres adolescentes sirven al autor para evocar «la trayectoria espiritual de los cubanos en los años posteriores a la Revolución».

El escritor concedió una entrevista a «La Jornada» en su departamento de La Habana, en el edificio de veinte pisos donde reside sin lujos pero con razonable comodidad. Con la amable timidez que lo caracteriza, Senel Paz abordó extensamente los distintos temas que se le plantearon.

No le fue fácil a Senel Paz sobreponerse al éxito literario, comercial y social de «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» y, sobre todo, de su versión cinematográfica, «Fresa y chocolate» (Tomás Gutiérrez Alea, 1992), de cuyo guión también es autor. Envuelto en la vorágine del éxito, la fama y los compromisos cinematográficos y sociales, se alejó de la literatura.

Cuando decidió volver, en 1996, la prestigiada editora catalana Carmen Balcells lo invitó a Barcelona: «Me ubicó en un apartamento comodísimo, me regaló una computadora y estuve escribiendo durante seis meses sin preocuparme por nada. Terminé, me devolví a La Habana con mi computadora, de la que no pude sacar ni una hoja. Nada. Algo le pasó y ahí perdí seis meses de trabajo. En medio de todo me dediqué a hacer guiones de cine, estableciendo compromisos colectivos y abandonando los proyectos personales».

En 2000, el escritor cubano retomó su proyecto literario: «Las novelas son períodos de vida que no se pueden interrumpir; una unidad de tiempo, de estado de ánimo y de lenguaje que, si se interrumpe, cuando la retomas, ya no es una continuación. La reescribí completamente, la terminé este año y tuve la suerte de que Ediciones B se interesara en ella. A ver qué pasa, porque es posible que el público me recuerde más como el guionista de `Fresa y chocolate' que como escritor de literatura», señala.

«El lobo, el bosque y el hombre nuevo» causó impacto por su calidad literaria y porque en ese momento los temas abordados en el relato le daban profundas implicaciones políticas dentro y fuera de Cuba. Carlos Monsiváis lo calificó entonces como «uno de los grandes textos latinoamericanos en estos años».

Senel Paz nació en 1950, en Fomento, región central de Cuba, en una familia campesina. A los dieciséis años emigró a La Habana becado por el gobierno cubano. En 1973 regresó como licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana.

Luego de ejercer el periodismo en diarios del interior del país, lo dejó en 1979 para dedicarse de lleno a la literatura y al cine. Ese año obtuvo el Premio David, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba para autores inéditos, con un libro de relatos titulado «El niño aquel».

En 1983 ganó el Premio de la Crítica en Cuba con su novela «Un rey en el jardín»; en 1985 se estrenó «Una novia para David», película basada en un texto literario y con un guión de su autoría. Con «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» obtuvo en 1991 el Premio Juan Rulfo que otorgan Radio Francia Internacional y el Centro Cultural Mexicano. El jurado estuvo integrado en aquella ocasión por los autores Severo Sarduy, Juan Carlos Onetti, Claude Couffel, Augusto Monterroso, Edmundo Valadés y Fernando del Paso. Ni más ni menos.

Visto a la distancia, ¿de qué tamaño cree que fue la influencia de «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» en la renovación de la literatura cubana de los últimos años?

Creo que, a pesar de su brevedad, tuvo un fuerte impacto social, extraliterario, sobre todo por el tema. Pero creo que hoy, ya visto en el transcurrir del tiempo, se escriben textos mucho más atrevidos, mucho más cuestionadores, mucho más profundos y reflexivos de lo que fue aquél. Aparte de su importancia temática y literaria, también fue como la constatación de la posibilidad que un autor tiene de escribir libremente en nuestra circunstancia, cuando libertad y responsabilidad se unen y cuando la literatura mantiene una hegemonía sobre los demás componentes, cuando el acto literario es auténtico.

¿«En el cielo con diamantes» tiene una intención política como la tuvo «El lobo, el bosque y el hombre nuevo»?

Siempre he pensado que la literatura abarca a la política como a muchas otras zonas de los actos y saberes humanos: la filosofía, la poesía, el amor, todo. En la vida cubana, la política ha estado y está exacerbada, no se puede contar la vida colectiva ni la vida individual cubanas sin que se empiece a entreverar con la política de una manera natural. Mis personajes viajan por el espacio y el tiempo de este país y lo político va llegando y entreverándose en todo, hasta cuando hacen el amor; no hay ahora, ni la hubo antes, una intención específica de marcar un discurso político.

De «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» también fueron elogiados sus logros estilísticos. En ese sentido, ¿cuáles son los propósitos de «En el cielo con diamantes»?

Ahora mi aspiración es más rica, más madura, y, por tratarse de una novela, mucho más compleja. Diversifico la voz narrativa y los puntos de vista, de manera que me permite una variedad de tonos mucho mayor. Por mis orígenes, siempre he tenido el anhelo de recoger la experiencia del habla campesina. Ahora todas estas voces de la novela me han permitido asomarme y captar la riqueza y diversidad del habla cubana, desde la más popular hasta la jerga juvenil. Se trata de un material de enorme atractivo para un escritor. La novela me ha permitido incorporarlas con un fuerte predominio de la oralidad. Desde ese punto de vista, fue un trabajo mucho más complejo.

La novela se lee con mucha sencillez, pero lo que vemos debajo de la sencillez tiene un tejido, porque ya me salió así. Disfruto mucho de cosas como el diseño de la estructura y todo eso, pero para mí el principal atractivo de la novela es el personaje y su historia.

¿Este nuevo libro es su retorno a la escena literaria o a la escritura?

Es mi retorno a la literatura, no a la escritura. Mi participación en el cine ha sido desde la escritura. Por otra parte, en todo este período no he publicado pero he escrito mucho. No escribo poco, publico poco. De hecho, tengo mucho material, pero antes quise publicar «En el cielo con diamantes» para establecer un orden. Casi de inmediato voy a poder sacar un libro de relatos con vocación de novela.

¿Cuál es su reflexión sobre la polémica suscitada por la reciente aparición en la televisión cubana de tres ex funcionarios del llamado quinquenio gris -1971-1976-, período marcado por la censura y la represión en Cuba?

Me parece consecuencia de los temas y de los problemas que no se discuten ni se cierran en su momento; de los asuntos conflictivos que se eluden y dejan abiertas las heridas que no han sido curadas. Por una cosa mínima, explotó la necesidad de una evaluación crítica y autocrítica de un capítulo que había quedado pendiente y que arrojó cosas nuevas. Evidenció, por ejemplo, la necesidad de polémica, de discusión, de crítica permanente en una sociedad; esta necesidad se renueva con los jóvenes que tienen sus propios temas y sus propias interrogantes. Toda esa reflexión y esa crítica pueden ser fundamentalmente positivas e indispensables.

Esa ha sido mi posición: una sociedad que no reflexiona y no busca el camino de la autocrítica se llega a estancar. Por eso la crítica es uno de los actos más revolucionarios que hay, sobre todo la crítica de sí mismo. Por razones muy complejas nos hemos cerrado bastante a la crítica y hemos vivido en un estado de reafirmación constante que, en mi opinión, ha comprometido la supervivencia del propio proyecto revolucionario. Por otra parte, se da la novedad de que es un diferendo que ha tenido lugar en internet, a pesar de que Cuba participa muy tangencialmente de este medio. Esto pone unas reglas absolutamente nuevas, que tenemos que aprender con rapidez a utilizarlas y a descubrir el sentido positivo de todo esto.

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«Siempre he pensado que la literatura abarca a la política como a muchas otras zonas de los actos y saberes humanos: la filosofía, la poesía, el amor, todo»

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«A pesar de su brevedad, mi novela `El lobo, el bosque y el hombre nuevo' tuvo un fuerte impacto social, extraliterario. Hoy se escriben textos mucho más atrevidos»

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«Por razones muy complejas, nos hemos cerrado a la crítica y hemos vivido en un estado de reafirmación constante que ha comprometido el propio proyecto revolucionario»

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«Este libro es mi retorno a la literatura, no a la escritura. Mi participación en el cine ha sido desde la escritura. En todo este período no he publicado, pero he escrito mucho»

«Uno no se da cuenta de cuánto va cediendo a la hora de escribir; el mercado no siempre te perdona»

Durante el silencio literario de Senel Paz, «la literatura cubana ha estado muy activa, ha tenido un proceso de maduración y se mantiene rica y diversa porque se mantienen creativos autores de muy diversas generaciones. Todavía contamos con grandes maestros, como Cintio Vitier, como Anton Arrufat, César López, Miguel Barnet, que son para mi generación los grandes autores, no sólo por el peso de su obra, sino por su amplia trayectoria».

En seguida, Senel ubica a su generación, «la que anda entre los cincuenta y cinco y los sesenta», de la cual menciona como obras referenciales las novelas «Tuyo es el reino» (1997), de Abilio Estévez; «El vuelo del gato» (1999), de Abel Prieto; y «La novela de mi vida» (2001), de Leonardo Padura. «El acto creativo en Cuba no ha perdido nunca su gravedad, su densidad, quizás porque ha estado menos contaminado por el mercado. Cuando la oposición, cuando el enfrentamiento se da en términos de conceptos, puede ser muy fértil, y en nuestro caso se ha ido demostrando que la razón ha estado de parte de los intelectuales. La lucha puede ser dura y tener momentos tremendos, pero al final se impone la razón. Mientras que la lucha con el mercado es más difícil, más incierta, que la lucha contra las estrecheces o contra los dogmas. Frente al mercado uno no se da cuenta de cuánto va cediendo a la hora de escribir algo que se venda, a un ritmo que no es natural. El mercado no siempre te perdona».

Para Senel Paz «fue estimulante» la aparición de novelas como las mencionadas, pero también un reto: «Yo traía la vergüenza de no haber cumplido con la confianza que Carmen Balcells había depositado en mí, lo cual afortunadamente no afectó la amistad. Finalmente, a partir del año 2000 cerré mis compromisos profesionales, personales y sociales, e hice lo que llamo darme un baño de egoísmo, es decir, explicarme a mí mismo, y retomé la novela como quien la escribe por primera vez».

Por último, el autor de «El lobo...» descarta el riesgo de que se reinstauren en Cuba las políticas represivas de otros tiempos: «De existir ese deseo, es individual, de nostálgicos como los hay en toda sociedad; creo que asomar la cabeza como lo han hecho ha servido justamente para cortar eso de raíz, no tienen ninguna posibilidad de resurgir. Su amago sirvió para darle el tiro de gracia a ese concepto de política cultural».

Arturo GARCÍA HERNÁNDEZ

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