Raimundo Fitero
Monologuistas
Ha vuelto a la parrilla «El club de Flo» en la Sexta. Florentino Fernández insiste en llamar a todos y todas las personas con cierta fama por profesión, destino o rango político que aparecen en el programa como «monologuistas». Supongamos que es la mejor manera de simplificar el asunto, que emplea un término que posiblemente se ajuste a una de las partes de ese cometido, que se trata de encontrar una palabra contenedor para que nadie se sienta fuera del marco, pero la realidad es que se trata de unas estructuras para ser dichas en primera persona pero que no acostumbran a ser exactamente monólogos. Y, en cualquier caso, un monólogo no hace monologuista.
Como se trata de sobrevolar por encima de la inundación, lo que se nos ofrece es un sucedáneo, un concurso, un entretenimiento en donde se mantienen unos símbolos como son el micrófono y el taburete en el frente, junto a una banda de música al fondo, para darle una puesta en escena simple, pero significante a quienes se colocan frente las cámaras para ir desgranando unos textos creados para la ocasión, dirigidos por unos supuestos directores que han sido, o son, cómicos, en ocasiones monologuistas, más allá de que alguna tiene una espléndida carrera de actriz.
Un monólogo, para que lo entendamos es lo que hace Andreu Buenafuente cada noche. Introduce asuntos de actualidad hilvanados por su propia interferencia en la realidad. Lo otro, lo del Club de Flo es otra cosa. Como lo es la mayoría de supuestos monologuistas que aparecen en «Paramount Comedy», que se asemejan más a los cuenta chistes, porque, recuérdese, Eugenio era genial con sus chistes, nunca fue un monologuista y salía en un taburete.
Con esta pequeña y gratuita lección confusionista, quisiera contribuir solamente a luchar contra el intrusismo y me apunto a las manifestaciones para solicitar el buen monólogo. Cuanto mayor calidad tengan los textos, cuanto menos se recurra a los libros de chistes de matrimonios, más posibilidades existirán de que los monólogos sean piezas dramáticas con estructura clara y mensaje nítido. Lo otro, insisto, es una colección de chistes y ocurrencias. Que no es poco.