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Maite SOROA

Detectar a un fanático es fácil

Detectar a un fanático es una tarea muy sencilla. Y es que, además de emponzoñarse con sus propios tormentos, el fanático despliega una actividad frenética: habla, perora, escribe... y resulta fácil percatarse de su presencia.

Ayer, en «Abc», Mikel Azurmendi escribía sobre/contra Iñaki De Juana y, de paso, contra GARA. El en su día miembro de ETA, que pasta ahora en los foros de la derechona hispana revelaba el objeto de sus obsesiones: «Además de alimentarse de noticias de asesinatos y celebrarlas con gambas y champán, cuando ya terminaba de cumplir su condena escribió desde la cárcel varios artículos en ese periódico de las declaraciones oficiales de ETA y de los avisos de bomba y de las designaciones de ciudadanos para ser abatidos por los terroristas. En los artículos de ese periódico clamaba él por proseguir el terrorismo que llama acción armada, y daba nombres de jueces y empleados de prisión. Nombres para ser borrados y no se nombren más. Así pues el asesino se disponía a salir de prisión tras haber anunciado nombres-esquela en esa prensa para hombres encapuchados. La libertad de expresarse, ya se sabe». Repasen el párrafo y comprobarán que no dice una sola verdad.

Azurmendi, tiene más fantasmas, entre ellos Ibarretxe, a quien critica por el homenaje a «las víctimas» (habría que precisar que a «algunas»): «el Gobierno vasco tratará de poner en acto de manera harto vergonzante la proposición no de ley parlamentaria del 25 de junio del 2003 respecto a las víctimas del terrorismo. Todavía nunca les ha hecho un reconocimiento público, incondicional e institucional pero lo que vaya a hacer este domingo tampoco es del calado que requiere la justicia para con las víctimas vascas del terrorismo vasco, porque es un amaño para pedir una paz sin reconocer la injusticia absoluta del verdugo». Y hasta la autonomía misma le obsesiona: «El proyecto autonómico se ha mostrado como absolutamente injusto y atenta a los derechos del hombre mientras no afirme desde su Gobierno que no existe correspondencia alguna entre los atentados terroristas y las reclamaciones nacionalistas. Mientras no obre así, sabremos que el Gobierno vasco saca partido de la violencia y que las elecciones no son justas». En lo de las elecciones tiene razón.

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