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La planta de coque de Muskiz tratará residuos muy contaminantes para que petronor gane más

Petronor desea construir una planta de coque en su refinería de Muskiz para extraer más beneficios de los residuos que obtiene en el tratamiento de petróleos pesados de baja calidad. Vecinos y ecologistas denuncian su gran impacto medioambiental y sanitario.

Agustín GOIKOETXEA

Petronor tiene previsto construir una planta de coque frente al barrio muskiztarra de Muskes, que se sumaría a otras infraestructuras medioambientalmente ya cuestionadas como la central térmica de Santurtzi, la planta de ciclo combinado y regasificadora de Bahía de Bizkaia de Zierbena o la refinería emplazada en el propio término municipal de Muskiz.

La planta de coque tratará de sacar más partido económico a los petróleos de baja calidad que refina Petronor en sus instalaciones de Muskiz, procesando anualmente dos millones de toneladas anuales de residuos. La refinería vizcaina está especiliazada en el tratamiento de petróleos pesados, con una mayor tasa de azufre, que son los más abundantes del mundo, más baratos, pero con peor rendimiento, ya que se produce más fuel y otros residuos pesados en el proceso de obtención de gasolinas y gasóleos.

Actualmente, de cada barril de crudo de 159 litros se pueden conseguir unos 80 litros de gasolina y 34 de gasoil, quedando 11,5 de residuos pesados como son el fuel-oil y asfaltos. La planta de coque trataría de incrementar la tasa de conversión del crudo del 32% al 63%, disminuyendo la obtención de fuel, que no tiene mercado, al contrario que el gasóleo. Los analistas aseguran que la demanda de fuel bajará un 49% hasta 2010. Por ejemplo, la cuestionada térmica de Santurtzi, propiedad de Iberdrola, ha dejado de utilizar hace unos años fuel para reducir sus emisiones contaminantes.

Alternativa a la central IGCC

Esta infraestructura, en la que está prevista una inversión de aproximadamente 600 millones de euros hasta 2009, es la alternativa, por cierto más barata, al fracasado proyecto de construir una central IGCC capaz de generar energía eléctrica a partir del aprovechamiento del fuel-oil y otros residuos pesados del refino del petróleo. La inversión prevista era de 1.000 millones de euros, pero la retirada de Iberdrola del proyecto, «por su alto coste y su escasa rentabilidad», obligó a descartarlo en 2004.

El nuevo equipamiento calentará los residuos pesados del petróleo, una vez extraídas gasolinas y gasóleos para obtener butano o propano, así como gasóleo y alrededor de un 30% de coque. Este producto es utilizado en los hornos de la cementeras. La planta dispondrá de una central eléctrica de cogeneración que quemará el gas de coquización.

Los muskiztarras, especialmente los residentes en el barrio de San Julián, llevan más de tres décadas soportando ruidos, olores y humos, aderezado por algún que otro accidente en las instalaciones de Petronor. El anunció de que la compañía pretende construir una planta de coque no hace sino acrecentar sus temores, al conocer que a diario saldrán 130 camiones que transportarán coque y azufre sólido, que es el residuo más contaminante que se extraerá.

La asociación medioambiental Muñatoiz estima que la planta de coque, que también denominan reductora de fuel, podría tener todos los permisos municipales para después del verano. Desde este colectivo se ha analizado en profundidad la memoria-resumen del proyecto presentado por Petronor con ayuda de expertos en tecnología química y sus conclusiones, según confiesan, «son desalentadoras y contundentes».

Muñatoiz cree que la instalación reductora de fuel será una nueva fuente de emisiones contaminantes a la atmósfera «sumándose a las emisiones ya existentes y, por tanto, su impacto sobre los ciudadanos será negativo aumentado los problemas de salud». Por ello, realizan un llamamiento al Ayuntamiento y al Gobierno de Lakua «para que tengan valentía y altura de miras y vean que, por encima de intereses empresariales, está la salud de los ciudadanos de Muskiz y Ezkerraldea». La asociación medioambiental considera que los responsables institucionales tienen que ser capaces de ver que «una apuesta por tecnologías sucias, basadas en el petróleo, afectan gravemente, en global, al cambio climático y, en local, a la salud, lo cual a largo plazo supone grandes costes económicos y sociales que de ninguna manera justifican el proyecto».

Los vecinos se quejan de la falta de información por parte de la empresa y el Ayuntamiento. Además, el Consistorio ha ido otorgando licencias en los meses previos a los comicios del 27 de mayo. Así, el 11 de setiembre de 2006, la comisión de gobierno, compuesta por ediles del PNV, concedió un permiso de obras a Petronor para la adecuación de terrenos para «usos futuros» -que Muskizen afirma que es la planta de coque- por valor de 2,4 millones de euros. El 5 de marzo de 2007 volvió a hacerlo, autorizando unos trabajos con una inversión declarada de algo más de 7 millones de euros.

Normas subsidiarias permisivas

La plataforma independentista presentó un recurso de reposición contra la primera licencia, al estimar que en la documentación remitida no se recogían datos básicos como la ubicación de los terrenos, los volúmenes y movimientos de tierras; no se explicaba el uso industrial al que está sujeta esta actuación y no constaba en el Ayuntamiento que Petronor tendría concedida la licencia de actividad, requisito previo imprescindible para otorgarle el permiso. La respuesta -según Edorta Arostegi, concejal electo de Muskizen- pasó por alto aspectos fundamentales y, además, no se tomaron medidas para corregir las supuestas irregularidades.

A raíz de esto, han reclamado una modificación puntual de las normas subsidiarias a fin de definir los usos en los suelos urbanos industriales, especialmente todo aquello que tiene que ver con los proyectos de Petronor, «que son defendidos a capa y espada por el PNV». «Con esta medida -explican- queremos subsanar la situación actual, en la que el equipo de gobierno tiene un pretexto para conceder todo tipo de licencias de actividad industrial».

«Estamos defendiendo e impulsando que el Ayuntamiento disponga de instrumentos urbanísticos que permitan decidir qué tipo de industrias queremos y dónde ponemos su límite, de acuerdo al interés del pueblo», argumentan. Los jeltzales aducen que no consideran oportuno reformar el planeamiento urbanístico de Muskiz.

Asimismo, exigen al Ayuntamiento que no tramite ninguna iniciativa relacionada con la planta de coque «mientras no se haya garantizado a los vecinos el nivel de información suficiente sobre la misma, incluido el proyecto y un estudio riguroso e imparcial sobre las afecciones al medio ambiente y a nuestra salud».

Por ello, desde la plataforma Muskizen piden que el Consistorio encargue un estudio epidemiológico, «que hasta ahora se nos viene negando». «Queremos saber, con datos, el porcentaje de determinadas enfermedades de nuestro municipio, cánceres, por ejemplo, y su comparación con la media. Igualmente -subrayan- queremos saber el porcentaje y la comparativa de problemas respiratorios, especialmente en las edades más jóvenes».

Producto residual del refino del fuel-oil

El coque es un producto residual del refino del fuel-oil, de cuya combustión se desprende gran cantidad de dióxido de azufre, un contaminante atmosférico caracterizado por un fuerte olor y que en atmósfera húmeda se transforma en ácido sulfúrico causante de la lluvia ácida.

De la combustión también se desprende dióxido de nitrógeno, gas que interviene en la formación de la bruma fotoquímica, monóxido de carbono y partículas en suspensión. En la planta de Muskiz habrá al menos tres nuevas chimeneas. Según la asociación medioambiental Muñatoiz éstas incrementarán el flujo de gases hacia la chimenea de 222 metros de altura, enfrente del barrio de San Julián, y se añade flujo hacia la antorcha existente

Además, el enfriamiento y corte del coque en el horno provocará ruidos de elevado nivel cerca de San Julián. A.G.

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