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Paso del Oso, un lugar recoleto en la sierra de Leire, digno de ver
Juan Mari FELIUA "KULIXKA"
Desapercibido en el largo perfil de la sierra de Leire, última barrera bioclimática del prepirineo oriental navarro, se encuentra el Paso del Oso, un enorme agujero en la muralla rocosa que corona la sierra. Perceptible incluso desde la lejanía del monasterio de Leire, este enorme boquete abierto sobre más de cien metros de vacío vertical será en esta ocasión nuestro objetivo.
En formato circular, esta excursión -apta para cualquier persona un poco entrenada- parte del monasterio de Leire por el camino de Arangoiti hasta el paso de El Rallar, desde donde alcanza las cumbres de Castellar y el Paso del Oso, para retornar después al punto de origen por la Cañada Real de los Roncaleses.
Desde su origen, el monasterio de Leire ha sido parada y fonda del tránsito pastoril entre la montaña y las soleadas tierras del Ebro. Este histórico cenobio conserva en su seno la cripta más antigua del viejo reino vascón (s. X) en su versión actual. Fue sede episcopal y panteón de los reyes navarros. En esta joya del arte cisterciense construida en tres épocas y dos estilos, destaca la espectacular «Porta Speciosa» del siglo XII.
Situados en los 775 metros de altitud en que se encuentra este monasterio asentado en un rellano de la montaña, el itinerario parte desde el aparcamiento superior por una pista de tierra. Pronto nos adentrará bajo un denso bosque de encinas y quejigos, algunos de gran tamaño y longevidad. Una vez hayamos pasado un portillo de hierro, se abandona la pista por la derecha para continuar por senda y remontar por fuerte pendiente. Mientras, la encina da paso al roble y, más arriba, una vez superado un espolón rocoso, al haya. Desde su extraordinario balcón podremos ver, a vuelo de pájaro, el monasterio y el espectacular monolito de Leire en la cercanía.
Tras un continuado flanqueo por la parte superior de la sierra, saldremos finalmente al paso de El Rallar o Fayar, pequeño collado herboso situado en el perfil de la sierra. Aquí dejaremos a la espalda la cercana cumbre de El Rallar (1.285 m.) y la senda que desde ella conduce a Arangoiti (Oeste). En componente E., la senda nos llevará por terreno llano, aunque escabroso y cubierto de arbolado, hacia la cumbre de Castellar. En este tramo, serán escasas las ocasiones para contemplar la profunda entalladura de la foz de Arbaiun -situada más abajo- y, tras una oleada de cordales del prepirineo navarro, la erizada crestería de los Pirineos, desde Ori hasta las cumbres de Jacetania.
Una vez en la cumbre de Castellar (1.279 m.), en forma de proa de un grandioso buque, coronada por una gran cruz de aluminio que en las tardes soleadas resplandece sobre el monasterio, estaremos en puertas del paso cabañero de La Cerrada. Desde esta cumbre de vertiginosas paredes, podremos adivinar fácilmente el trazado de esta vía milenaria, donde llegaremos tras un corto descenso entre el hayedo.
Situados en los 1.210 metros de esta amplia depresión que da paso a la cañada roncalesa, nuestros pasos han de dirigirse unos doscientos metros más abajo, donde abandonaremos el tapizado suelo de la vía pecuaria por una senda situada a la derecha que, jalonada por mojones de piedras y señales de pintura roja, nos llevará hasta la cumbre del Paso del Oso. Una vez en el amplio promontorio rocoso cimero (1.334 m.), donde el hayedo impide toda vista, veremos más abajo, en la hondonada, el enorme boquete abierto en el farallón rocoso que corona la sierra. Tras bajar con cuidado por una senda por la inclinada pendiente, podremos disfrutar de un paisaje extraordinario.
De regreso al Paso de La Cerrada, el itinerario pierde altura por la vieja cabañera, con su calzada desgastada por el paso de millones de pezuñas y donde aún quedan viejos mugarris. Tras realizar recoletas revueltas en los flancos de la montaña, la milenaria ruta pastoril nos llevará finalmente al origen de esta excursión, tras desembocar en el prado donde se encuentra la casa de los pastores, junto el aparcamiento del monasterio.