Nuevo ataque a la Zona Verde en otra jornada sangrienta en Irak
El Plan de Seguridad de Bagdad no sirve a los estadounidenses y a sus colaboradores nativos ni para proteger su Zona Verde. El corazón político de la ocupación volvió a ser atacado ayer dos veces con fuego de mortero, que a punto estuvo de impactar contra la oficina del primer ministro, Nuri al-Maliki. Paralelamente, los ataques y los cadáveres vuelven a sembrar las calles de la capital y no cesan, tanto al norte y al sur del país como incluso en Kurdistán Sur.
GARA |
La superprotegida Zona Verde de Bagdad, corazón político de la ocupación de Irak, fue atacada ayer dos veces con fuego de mortero. Tras un primer ataque, de madrugada, una segunda oleada de morteros impactó en estas instalaciones doce horas más tarde y uno de los proyectiles cayó a un escaso centenar de metros del despacho del primer ministro, Nuri al-Maliki.
El teniente coronel ocupante Christopher Garver aseguró que no hubo heridos entre sus tropas y trató de minimizar los ataques asegurando que «parece que fue fuego indirecto».
Intento ingenuo, cuando todavía no se han apagado los ecos del ataque, hace escasamente un mes, contra la misma Zona Verde cuando comparecía ante la prensa un aterrado secretario general de la ONU, Ban-Ki-moon, justo al lado del primer ministro al-Maliki.
Este nuevo golpe sicológico a los ocupantes estadounidenses y a sus colaboradores locales coincide con un repunte de los atentados en Bagdad que deja en evidencia todos los anuncios de éxito del Plan de Seguridad en la capital iraquí.
Cinco personas murieron en un ataque con mortero en el barrio de Al Bayya, en el suroeste de Bagdad. Un ataque similar en la misma zona dejó media docena de muertos la víspera.
Atentados por todo el país
Once civiles chiítas, entre ellos tres mujeres y dos menores, murieron al ser ametrallado un autobús cerca de Iskanderiya, 60 kilómetros al sur de Bagdad.
Otros cinco iraquíes murieron en el ataque a otro minibús en Latifiyah, 40 kilómetros al sur de la capital iraquí.
Al norte de la capital, cinco iraquíes murieron en un tiroteo en Kahn Bani Saad.
Cuatro personas murieron en un ataque en Kirkuk, capital histórica de Kurdistán Sur.
27 cadáveres aparecieron ayer en las calles de Bagdad.
El Gobierno colaboracionista iraquí propagó rumores sobre la muerte ayer del que EEUU considera el líder de Al Qaeda en Irak, Abu Ayub al-Masri.
El Ministerio de Interior aseguró haber recibido informaciones sobre combates entre facciones rivales de la resistencia sunita en Taji, al norte de Bagdad. «Han estallado combates en el puente de Nibai y al-Masri habría resultado muerto», aseguró una fuente ministerial que añadió, no obstante, que su supuesto cadáver no estaba en manos de la Policía, por lo que era imposible la prueba de ADN.
Un ADN a un supuesto líder de Al Qaeda del que EEUU reconoce que ni siquiera conoce su verdadero nombre. Conocido también como Abu Hamza al-Muhajer, un especialista egipcio le identifica como Yussef al-Dardiri, originario del Alto Egipto.
Desconocido para los servicios secretos egipcios, estas biografías lo vinculan con el grupo egipcio Yihad Islámica, que reivindicó la muerte en atentado en octubre de 1991 del presidente egipcio Anuar el Sadat. A partir de 1999 lo sitúan en Afganistán y Pakistán, donde habría recibido instrucción y se habría convertido en experto en preparación de explosivos.
Dirigente de un grupo de guerrilleros en el sur del país tras la ocupación, al-Masri se habría trasladado a Fallujah, donde se habría encargado de suministrar kamikazes y coches-bomba para acciones suicidas.
Seis días después de la muerte en junio del pasado año del jordano Abu Mussab al-Zarqawi -considerado por EEUU líder de Al Qaeda-, al-Masri fue presentado como su sucesor.
Al-Masri fue nombrado hace escasos meses ministro del Gobierno del Estado Islámico en la clandestinidad creado por una alianza de grupos resistentes sunitas, lo que puso en solfa informaciones sobre crecientes enfrentamientos internos.