El Constitucional turco bendice el «golpe militar de medianoche»
Medianoche del viernes. El todopoderoso Ejército turco advierte contra la posibilidad de que un islamista, siquiera moderado, pueda presidir el país. La oposición parlamentaria kemalista colabora con una triquiñuela parlamentaria (no asistir al pleno y denunciar falta de quórum) que acaba de ser bendecida por el Tribunal Constitucional. Islam y democracia tampoco son compatibles en Turquía porque esta última, simple y llanamente, brilla por su ausencia.
GARA |
Contra el consejo de expertos juristas, el Tribunal Constitucional falló a favor del recurso interpuesto por la oposición al Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamistas moderados) e invalidó la elección de presidente. Por nueve votos contra dos, el alto tribunal da así carta de naturaleza legal a la triquiñuela parlamentaria protagonizada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), que logró que la oposición no asistiera al pleno de la Cámara Baja que debía votar al candidato, el ministro de Exteriores Abdullah Gul, y denunció luego la falta de quórum ante los tribunales.
El CHP arguyó que era necesaria la presencia de 367 diputados (sobre 550), correspondiente a la mayoría cualificada de dos tercios necesaria para la elección en primera ronda del candidato.
El AKP recordó, por su parte, que basta un quórum de 184 diputados para validar las sesiones parlamentarias.
Ocurre, por contra, que la decisión del Constitucional cierra el paso a la continuación del proceso de elección del presidente, para lo que en tercera votación bastaba la mayoría absoluta, 276 diputados.
El AKP cuenta con 351 escaños en el Parlamento, por lo que la elección de Gul estaba prácticamente garantizada.
No sorprende la decisión del Constitucional, cuyos miembros fueron designados por el actual presidente y furibundo kemalista, Ahmet Necdet Sezer, quien en su día fue presidente del alto tribunal.
Comicios anticipados
Esta decisión supone la necesiaria convocatoria de elecciones anticipadas. Previendo el desenlace, el AKP trabajaba ya el fin de semana en la convocatoria y todo apunta a que intentará acercar su fecha lo más posible al final del mandato del Gobierno, en noviembre.
Con este fallo, el Tribunal Constitucional cierra el círculo de una estrategia liderada por los militares para cerrar el paso a la Presidencia del país al partido islamista moderado.
El primer movimiento fue el de forzar la renuncia a ese cargo del primer ministro, Recep Tayip Erdogan, quien pasó el testigo a su segundo, Abdullah Gul.
Entre una y otra manifestación «laica« más o menos multitudinaria -las cifras difieren-, la cúpula militar emitió a través de internet un comunicado en el que advertía contra cualquier ataque al «laicismo kemalista», en lo que se interpretó como una amenaza de golpe de estado (bautizada como el e-golpe), contra el Gobierno.
No es la primera vez que el estamento castrense ata en corto al Gobierno islamista. Con motivo del reconocimiento por parte del primer ministro de que la cuestión kurda es un problema político, los militares forzaron su inmediata rectificación.
Y es que la democracia en Turquía es una falacia. La tapa entera el velo de los todopoderosos militares.
El Partido islamista moderado AKP, en el poder desde 2002, tiene 351 de los 500 escaños en el Parlamento. Pero su primacía total entre el electorado turco no le sirve para poder elegir presidente.
El islam tiene una historia milenaria en Turquía, equiparable al cristianismo en Occidente. La democracia, por contra, brilla por su ausencia. Y los militares han vuelto a mostrar quién es el que realmente manda.