Estamos, al parecer, contaminados. Apestados incurables, portadores de un virus pérfido e indestructible. Ni siquiera encontramos el consuelo y el cobijo que antaño procuraban las iglesias a los incurables. Rouco y Cañizares, los amigos de los niños, también nos desprecian. Ertzaintza, Policía y la benemérita Guardia Civil investigan nuestro oscuro y atroz pasado de rojos irredentos. Parece que hemos sido fagocitados (sic) por el hombre del saco o el sacamantecas. Y yo... no sé, me tiento y me encuentro igual que antes, creo que no me falta nada.

Contaminar, fagocitar. Curioso el lenguaje biologicista empleado por los políticos, jueces y periodistas españoles. Ya lo decía otro insigne español, el psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera: «la Medicina exige una política, el marxismo es una enfermedad y en nuestras manos está en gran parte su tratamiento». Los rojos estaban tarados. Fue el que descubrió el «gen rojo» que explicaba «la inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos». Para combatir tan tremenda lacra pusieron al país en cuarentena (de años) y en el 39 promulgaron la Ley de Responsabilidades Políticas por la que se ilegalizaban partidos y asociaciones, confiscando sus bienes y declarando responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas por haber desempeñado cargos directivos, haber estado afiliadas, haber sido candidato, apoderado o interventor de dichas organizaciones. «El Gobierno podrá añadir a dichas organizaciones las ramas o núcleos auxiliares que juzgue necesario y aplicarles entonces las mismas disposiciones de esta Ley». Suena familiar, ¿no? La lista de organizaciones es grande, entre ellas ANV.

Ahora parecido. El tal Cándido Conde-Pumpido, hijo de un fiscal que aplicaba la ley franquista (de padres gatos, hijos mininos), quiere volver a aplicar la Ley de Partidos del PP-PSOE de iguales efectos retroactivos que la citada anteriormente.

Los pescadores de río revuelto dan palmas con las orejas. Mientras con la boca chiquita dicen que les parece muy mal, corren a mandar informes de su policía política sobre nuestra limpieza de sangre. Aunque al 85% del censo se le impida votar a una opción política dicen que esto es una democracia fetén. En la intimidad cuentan votos y sonríen.