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Praga y Atenas: la repetición de la historia de una pésima semifinal

La historia se repitió el viernes en el OAKA de Atenas. Los más veteranos y más noveles vieron en el partido que Tau Baskonia disputó ante Panathinaikos la misma semifinal que se vivió en Praga ante Maccabi: muchos nervios, pocas ideas, y la sensación casi absoluta de derrota.

Arnaitz GORRITI

Llegar a la Final Four no es moco de pavo. Llegar a dos, superando un factor cancha en contra en el desempate, es rizar el rizo. Llegar a la tercera Final Four consecutiva superando con meridiana claridad a los oponentes tanto del Top 16 como en el cruce de cuartos de final no está en manos de cualquier mediocre. Además, tales muestras de poderío redefinen a un candidato experimentado en los prolegómenos de la hora de la verdad: el favorito.

Tau Baskonia, con una trayectoria que avala cualquier optimismo, llegaba a Atenas con la vitola de, si no principal favorito, sí de candidato a la sombra para hacerse con una Final four que, de a poco y con sumo esfuerzo, se está mereciendo.

Ahora bien, la imagen que el club baskonista dio el viernes sobre la cancha de un abarrotado y bullicioso OAKA, distó, y de largo, del Tau Baskonia del mejor nivel. La vista se nubló, las piernas flaquearon, los brazos se encogieron y las muñecas temblaron ante un Panathinaikos que, sin hacer un juego de primerísimo nivel -aunque es de justicia reconocer que su defensa sí rayó a gran altura-, se llevó la segunda semifinal con total suficiencia. Incluso en los momentos de ligera zozobra local, tras un parcial de 0-10 gasteiztarra, fruto de la valentía en el tiro de Prigioni y Erdogan, los de Zelimir Obradovic encarrilaron el choque con cierta facilidad. Es triste reconocerlo, pero el viernes apenas sí hubo rastro del más de una vez probado «Carácter Baskonia». Simplemente, el Tau no estuvo a la altura.

Sin embargo, lo peor del choque del viernes no fue la derrota baskonista, sino algo peor: el doloroso y palpable recuerdo de la semifinal de la Final Four de Praga 2006, donde el Maccabi de Tel Aviv, de la mano de un Anthony Parker superlativo, vapuleara a un Tau Baskonia que no fue sino la sombra de sí mismo. El partido del viernes, empero, tuvo un componente aún más frustrante: el juego practicado por los de Obradovic no estuvo al nivel del Maccabi de 2006. Su férrea defensa, el tino en el lanzamiento de Becirovic y Vujanic y la garra de su hinchada incansable fue más que suficiente para noquear a un Tau espeso y acogotado.

Ambos partidos guardan una similitud muy dolorosa: el dominio casi total del rival de turno a un Tau Baskonia muy inferior. Tanto en Praga como en Atenas el rival del cuadro gasteiztarra tomó las primeras ventajas desde el primer momento y los baluartes gasteiztarras no supieron dar la réplica. Si en Praga Scola y Hansen anotaban 17 y 15 puntos respectivamente, -muchos de esos puntos sólo sirvieron para maquillar un resultado irreparable- en Atenas sólo Erdogan superó la barrera de los diez puntos, siendo el único destello de vida en el agujero negro que fue el viernes el juego baskonista.

Opinan jugadores y técnicos

Es cierto que la búsqueda de paralelismos de ediciones pretéritas es fruto del eterno retorno de las decepciones. De todas maneras, las opiniones tras la derrota del viernes de los baskonistas se asemejaban en cierta manera a las declaraciones de hace un año.

De esta forma, el entonces técnico baskonista Velimir Perasovic se quejaba amargamente de la derrota y de la manifiesta inferioridad de los suyos. «Estuvieron muy por encima de nosotros. En ningún momento fuimos capaces de competir contra ellos. Después de la gran ventaja que obtuvieron tras el primer cuarto, la ventaja no hizo sino crecer y crecer aunque pudimos recortarles algo la diferencia».

«El equipo jamás se sintió cómodo en la cancha y nunca supimos cómo hacerles daño, cómo detener sus transiciones. Además, tuvimos muchos problemas para hacer nuestro juego, nuestra respuesta fue la peor posible porque nos rendimos fácilmente y nos hundimos a diferencia de lo que solemos hacer. Estoy seguro de que el Maccabi no esperaba ganarnos así de fácil».

Bozidar Maljkovic también mostraba el mismo disgusto que su ex pupilo, aunque desgranaba con mayor frialdad los errores de su equipo, en lugar de hacer tanta referencia al bloqueo global de su equipo.

«Panathinaikos nos ganó por culpa de nuestros defectos defensivos porque no jugamos con calma. Algunas veces confundimos nuestras posiciones y un equipo como Panathinaikos, con tanta calidad y con tanto talento ofensivo, lo ha sabido sancionar. Hemos perdido balones y jugamos con mucha prisa y sin lógica; algunos de nuestros jugadores más importantes perdieron la calma y jugamos a un nivel mucho menor al habitual», coincidió.

El dolor por las derrotas siempre se quiere olvidar, aunque sean éstas las que regresan por sí solas en las jornadas como las del viernes. De tal manera, la decepción se presenta redoblada sobre todo en las opiniones de unos jugadores que, lógicamente, poco tienen que decir y menos ganas aún de hablar al respecto.

Uno de los ejemplos más claros era el escolta badalonés Sergi Vidal, que veladamente recordaba el choque del año pasado. El catalán declaraba que «no hay nada que comentar. Creo que la ventaja de jugar en su cancha, a pesar de esa presión y esa gran atmósfera creada, no fue importante, sino que fueron mejores y ya está. Incluso perdiendo de 12-14 puntos, sabíamos que era posible remontar, pero cometimos varios errores cuando nos acercamos a seis puntos y eso nos mató. Es muy duro ser eliminado así otra vez, de una manera tan contundente».

No obstante, el jugador que mejor destilaba la decepción tras ambas derrotas era el escolta otomano Serkan Erdogan. En Praga el turco se mostraba lacónico hasta el extremo y limitaba sus impresiones a un «pudimos ganar, pero fueron mejores que nosotros. Nada más hay que añadir». Tras el golpe del viernes, más curtido, Erdogan declaraba que «lo fácil sería cargar contra los árbitros, pero no lo haré. Los que debiéramos ser culpados por la derrota somos, exclusivamente, nosotros. Jugamos como si nos diera igual. Comenzamos terriblemente mal y, aunque tratamos de mantenernos cerca en el marcador, no pusimos el corazón y la energía que se precisan para este tipo de encuentros», comentaba.

Hablan los expertos

Muchas veces, en los momentos de tribulación, lo mejor es dejar llorar al corazón mientras que la cabeza toma asiento sobre los hombros y analiza lo que ha sucedido. Pero la propia tribulación de los protagonistas, hace a veces preferible preguntar a personas con mayor desapego.

Así las cosas, el segundo entrenador de la selección española, Joan Creus, relativizaba la derrota baskonista en tanto en cuanto se debía a un buen planteamiento defensivo.

«Mientras que en Praga lo que destacaba era el acierto en ataque y el juego dinámico del Maccabi, en Atenas fue clave la defensa a Scola. Es decir, en Praga el Maccabi sorprendió a Tau porque preparó tan bien el partido y comenzó tan enchufado, que Tau se halló contra un rival lanzado y muy fuerte. Por su parte, Panathinaikos basó su victoria más bien en la defensa. No hay duda de que Obradovic diseñó la defensa para que Scola no recibiera, bien sea defendiéndolo de cara y demás. Luego, sí es verdad que Scola no tuvo un buen día, pero empezar, empezó bien: anotando, dando una asistencia a Splitter aprovechando un «dos contra uno» que le hicieron. Lo que pasa es que Tau después trató de hacer un juego diferente, pero Panathinaikos paró muy bien a la línea de fuera, no permitiendo tiros no mover el balón con comodidad».

Otro experto, Jon Txakartegi, confesaba a GARA el peaje a pagar tras un mal inicio. «Ha sido una pena porque el Tau ha pagado en exceso el inicio de un partido en el que el Panathinaikos salió muy enchufado y el Tau muy agarrotado. Tau ha tenido dos momentos de reacción en el segundo y sobre todo en el último cuarto, cuando se han puesto a seis puntos y con balón, pero la ventaja que había sacado el Panathinaikos era demasiada. La reacción ha llegado muy tarde», decía.

De todas maneras, no queda sino seguir adelante, y la solución comienza ya mismo, según Joan Creus.

«Aunque a nadie le guste jugar el partido por el tercer puesto, hay que jugarlo como si de una medalla de bronce se tratase. Dejarse llevar y no jugar con tensión puede traer no sólo una derrota, sino que se meta el equipo en una dinámica de partidos perdidos, como le pasó a Estudiantes tras la FIBA Cup. Hay que rehacerse».

A pesar de los pesares, el sol volverá a brillar, más si se gana al Unicaja.

Hemengo eta kanpoko prentsa ere penatuta Tauren jokoaz

Ostiraleko neurketaren ostean, Euskal Herriko eta kanpoko prentsa bat zetozen: Baskoniak ez zuen bererik eman eta garaipen «erraza» erdietsi zuen Zeljko Obradovicek zuzenduriko taldeak.

Hala, Atenasko Gold News egunkariko Nikos Bourlakis kirol kazetaria «Maljkovicen planteamendu txarra» zela-eta harrituta zegoen.

«Ezin da pentsatu jarraian jokatzen duen Final Fourra dela-eta, Jainkoak emango duenik garaipenak. Inork ere ez du ezertxo ematen; merezi egin behar da», esaten zuen.

«Asko erraztu zizkion gauzak Tauk PAOri. Ongi defenditu «genuen» Tauren kanpoaldea, baina erraztasunak eman «zenizkiguten». Esaterako, teletovic bezalako jokalaririk ez zen jokatzera atera. Horrek min handia eman ziezaiokeen Panathinaikosi, barruko jokalari ezberdina baita bosniarra. oso txarra iruditu zitzaidan Maljkovicen planteamendua».

Leunago mintzo zen Radio Vitoriako Raul Pando. «Pragan eta Atenasen dezepzio sentsazioa berbera izan liteke. Ordea, iazkoa bigarren esperientzia zen eta, aurten, berriz, jarraian hirugarren Final Fourra izan da, Euroliga irabazteko egin dira prestaketa guztiak, baita entrenatzailea ekartzeko garaian ere. Aldiz, orain geratzen dena zera da: taldeak ez zuen leihatzen jakin eta ez zuen bere maila ematen jakin». A. G.

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