El Barcelona ganó con demasiada comodidad su segundo partido de los doce últimos que ha jugado lejos de campo, probablemente porque en Anoeta jugó como lo hace ante su público. Cuando sus jugadores se acercan al estadio son recibidos por una multitud, que se rinde ante sus estrellas. Calienta y un recogepelotas, niño de la cantera de la Real, se convierte en esclavo de Ronaldinho y le coloca el balón reiteradamente para que ensaye lanzamientos de falta con los que enviar a su equipo a Segunda para ganarse su sudadera. En una época en la que parece clave tener el factor público a favor, el Consejo de la Real no quiso renunciar a una buena taquilla enviando demasiadas entradas al Barcelona para que todo un fondo fuera azulgrana y el gol de Iniesta se cantara como si fuera conseguido por Savio.

Como ante el Atlético de Madrid, para ganar ayer era necesario que el equipo azulgrana tuviera el mismo ambiente hostil y mucha menos simpatía y que los blanquiazules jugaran con la misma agresividad y decisión exhibida ante el Atlético. Y sucedió justo lo contrario. Es que el Barcelona es superior, dijo Aitor dando a entender tras el partido que la derrota debía ser asumida con naturalidad. Pues esta temporada es mucho más difícil ganar en Getafe que al Barcelona lejos de su campo. Claro que ayer jugó como en su casa.

Dentro de ese ambiente reverencial, la Real jugó con excesivo respeto al Barcelona. Más allá de discusiones sobre planteamientos o alineaciones, salió acomplejada, como si jugara ante un rival de otra galaxia, se preocupó en exceso de defenderse en lugar de jugar con la agresividad y la determinación que tuvo quince días y eso permitió al rival sentirse cómodo desde el inicio hasta el final.

El 0-2 incluso es corto para reflejar la superioridad en el juego de los de Rijkaard y ni tan siquiera la escasa diferencia en el marcador permitió creer en la posibilidad de remontada. Esa sensación fue tan clara que Rijkaard no movió el banquillo hasta el minuto 85 para dar entrada a un delantero en lugar de un centrocampista antes de que Etoo dejara sin emoción la prolongación. Sólo la gran actuación de Bravo y el acierto de los asistentes, que hilaron muy fino, permitieron que la Real estuviera en el marcador casi hasta el final, pero no en el partido.

Al ritmo del Barcelona

Dentro de su actitud excesivamente temerosa, la Real sólo fue capaz de aguantar hasta el descanso sin recibir un gol tras un primer tiempo jugado al ritmo que le convenía al Barcelona, que manejaba con demasiada comodidad el balón y buscaba la llegada por sorpresa de los dos centrocampistas que jugaban por detrás de Ronaldinho y de los laterales. Así en el minuto 5 llegó el tanto anulado a Xavi, que tuvo otra clara opción que desbarató Bravo tras un pase de Ronaldinho, que buscaba el espacio libre para bajar a recibir y pasar luego sin oposición porque los centrales no le seguían. Mediado el primer tiempo Rijkaard retrasó definitivamente su posición para jugar con Xavi e Iniesta y estaban en superioridad sobre los pivotes realistas.

Además Gio entró en dos ocasiones por banda izquierda con mucho peligro y en la segunda Víctor López estuvo a punto de marcar en propia meta. La forma en la que el lateral holandés profundizaba por su banda era el mejor ejemplo de lo que fue el partido de la Real. Tenía todo el carril para él y en lugar de limitarse a defender, buscaba el ataque y Xabi Prieto esperaba atrás, más centrado en cerrar espacios que en superarle.

Hasta ocho saques de esquina llegó a sacar el Barcelona en el primer tiempo. Con ese panorama parecía imposible aguantar otros 45 minutos sin que la balanza se inclinara del lado azulgrana y bastó uno para confirmarlo en una jugada en la que Ronaldinho volvió a encontrar el espacio para dar el pase para la incorporación de Iniesta.

Ni tan siquiera con desventaja en el marcador la Real se lanzó con decisión al ataque. En todo el segundo tiempo sólo se pueden contabilizar dos opciones de Savio y un centro de Mikel González que no pudo rematar Díaz de Zerio. Valdés no tuvo necesidad de intervenir nunca.

Por contra Bravo tuvo una gran parada ante Etoo, Ronaldinho envió una falta de las que ensayó fuera y la sentencia tuvo que esperar hasta el minuto 85, aunque la sensación es que la Real salió sentenciada al campo.

Ahora hay que confiar en que el Levante no gane hoy, porque si no la salvación quedaría a más de dos partidos a falta de cinco, y que la Real gane los dos próximos partidos ante rivales directos como Nastic y Celta para mantener aspiraciones reales de lograr la permanencia.