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EEUU, UE, Brasil e India intentan por su cuenta salvar la ronda de la OMC

EEUU, la UE, Brasil e India, junto a Japón y Australia, quieren lograr un acuerdo minoritario para liberalizar el comercio y trasladarlo luego a todos los socios de la Organización Mundial del Comercio. La próxima semana intentarán en París sortear los principales obstáculos en la denominada Ronda de Doha: las subvenciones a la producción y exportación agrícola y los aranceles de los países más ricos.

GINEBRA

Los cuatro grandes actores de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre la liberalización del comercio mundial (Brasil, India, la UE y EEUU) se van a reunir en París los próximos 17 y 18 de mayo para intentar acercar sus posiciones.

El comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, la representante estadounidense Susan Schwab, el ministro indio de Comercio Kamal Nath y el ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Celso Amorim, se encontrarán para ello en una embajada de la capital francesa.

Se trata del enésimo intento de salvar la denominada Ronda de Doha, que trata de eliminar los obstáculos a la liberalización del comercio de productos agrícolas, manufacturas y servicios. Durante cinco años han sido reiterados los fracasos tanto de las cumbres ministeriales como de reuniones más discretas. Su objetivo ahora es cerrar un acuerdo antes de junio para concluir la negociación antes de fin de año. El principal obstáculo sigue siendo el capítulo agrícola, y concretamente los subsidios de EEUU y la UE a la producción o a la exportación.

El resto de estados demanda su eliminación antes de ceder en abrir sus mercados a los bienes industriales y servicios de los países más ricos.

Acuerdo a seis

Los cuatro actores prepararon la reunión de París el mes pasado en Nueva Delhi. Antes de que se lleve a cabo varios ministros podrían adelantar la agenda en la reunión anual de los 30 estados miembros de la OCDE, el 14 y el 15 de mayo y en junio están previstos nuevos encuentros. Paralelamente, Japón y Australia intentan organizar una cita con los cuatro de París para el 23 de mayo en Tokio.

Estos encuentros podrían fijar una posición de una minoría de países, que impondrían al resto de los 150 miembros de la organización. Este riesgo lo advirtió el propio director de la OMC, Pascal Lamy. «Está claro que hoy en día el proceso multilateral -en el que participan el centenar y medio de estados miembros de la OMC- no puede seguir esperando a la contribución de los pequeños grupos», defendió el máximo responsable de la organización.

Lamy no dudó de la importancia de reuniones como la de Nueva Delhi y París, pero recordó que en Ginebra, sede de la organización, se llevan a cabo negociaciones multilaterales, «que son la base del funcionamiento de la OMC y que tienen que seguir en marcha». «La clave ahora es -según Lamy- tener un claro y serio compromiso entre todas las partes hacia el proceso multilateral en Ginebra», que de retomarse con fuerza recordaría al de hace un año, cuando, tras intensas semanas de negociaciones in extremis, a finales de julio se decidió su suspensión temporal por la imposibilidad de alcanzar un acuerdo.

Bush y Barroso

La negociación no parece avanzar y se alternan mensajes optimistas con otros más negativos. El presidente de EEUU, George W. Bush, se encuentra entre los primeros y asegura que Washington y Bruselas comparten el compromiso para el éxito de las negociaciones.

En la última cumbre anual EEUU-UE afirmó que «lo primero que he dicho al entrar en la reunión es que estoy firmemente comprometido con el éxito de la Ronda de Doha». Al lado del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y la canciller alemana, Angela Merkel, presidente de turno de la UE, el mandatario estadounidense comentó: «Estamos comprometidos a reducir nuestros subsidios agrícolas para hacer avanzar el proceso. Esperamos que otros sigan ese camino en el acceso a los mercados. Soy optimista y creo que podemos alcanzar ese objetivo», afirmó Bush. Barroso coincidió en que EEUU y la UE siguen comprometidos con el éxito de la Ronda de Doha. En cambio, desde otras posiciones las cosas no se ven tan claras. El embajador de Nueva Zelanda, Crawford Falconer, presidente del grupo negociador sobre agricultura, opina que las negociaciones agrícolas en la OMC se aproximan a un «punto de no retorno» y si no reciben pronto un impulso importante van hacia el fracaso o a una prolongada parálisis.

En un documento que presentó a los países miembros de la OMC sostiene que «ahora es el momento para conversaciones honestas, para decir cómo ven las cosas, con la esperanza de que la sinceridad pueda promover una mayor seriedad de intenciones entre ustedes».

Se trata de un ejercicio realizado a iniciativa del diplomático, quien delinea en el texto lo que, a su modo de ver, podrían ser posiciones aceptables entre las muchas que se encuentran sobre la mesa y las cesiones que podría aceptar cada parte.

En materia de apoyos internos a la agricultura, que otorgan en general los países industrializados a sus productores nacionales, el diplomático sugiere que EEUU acepte recortes hasta por debajo de los 19.000 millones de dólares anuales y se quede en la parte baja de una horquilla situada entre los 13.000 millones y esa cifra.

Falconer afirma en su texto que sería «inconcebible» que Washington concluya esta negociación «con el derecho de gastar más en sus ayudas totales que distorsionan el comercio de lo que tenía» cuando se inició la Ronda de Doha, en 2001.

En la misma área, propone que la UE realice recortes por encima del 70% y propone una horquilla entre el 75% y 80%. Con respecto a los subsidios a las exportaciones, que son utilizadas sobre todo por la UE, recuerda que en la conferencia ministerial de la OMC en Hong Kong, a finales de 2005, se llegó a un compromiso para su eliminación total en 2013.

El presidente del Comité de Agricultura señala concretamente que el 50% de esa eliminación podría producirse hacia finales de 2010 y que se deje la mitad restante para los siguientes tres años.

Productos «sensibles»

Sobre los llamados «productos sensibles», sobre los que los países ricos quieren mantener una protección elevada respecto al resto de bienes agrícolas, Falconer promueve que su número represente entre el 1% y 5% de las líneas arancelarias. La categoría equivalente de productos para los países más pobres -llamados «especiales» en la terminología de la OMC- podrían quedar protegidos en un rango de entre el 5% y 8%, aunque algunos estados han propuesto hasta el 20%, dada su debilidad, lo que el diplomático considera «una posición extrema».

A mediados de este mes los estados de la OMC presentarán sus respuestas a este documento. Hoy mismo el Ejecutivo francés llevará su opinión al Consejo de Ministros de Agricultura, aunque ya ha adelantado su rechazo. París considera que el documento de Falconer «sería profundamente desequilibrado y no podría ser considerado como aceptable», según afirmó el ministro galo de Agricultura, Dominique Busserau, quien prefiere retrasar la negociación.

En su opinión, «para el futuro del sistema multilateral, una pausa en las negociaciones sería probablemente preferible a continuar con el enseñamiento terapéutico». Busserau afirmó que expresará hoy en Bruselas su postura «de forma muy firme». El embajador neozelandés defendió su postura afirmando que «hago mi mayor esfuerzo para ser un observador objetivo e imparcial», y no ocultó su «perplejidad ante la falta de señales tangibles de movimiento» al bloqueo de las negociaciones por parte de los diferentes frentes que se han formado .

Falconer sostuvo que su propuesta intenta encontrar «el centro de gravedad» entre las diversas posiciones e intereses, y que no se trata necesariamente de «lo que yo pienso que es justo, correcto o dónde está la mayoría», sino de un ejercicio en el que intenta identificar «la esfera de lo que es posible».

París rechaza las críticas de Lamy

París vigila de cerca cualquier cesión de la UE en materia agrícola y ha rechazado reiteradamente que el negociador europeo vaya más allá de los cambios aprobados en la Política Agraria Comunitaria. En ese ambiente proteccionista, alentado en plena campaña electoral, el ministro francés de Agricultura, Dominique Bussereau, criticó al director general de la OMC, Pascal Lamy, por haber dicho que las subvenciones agrícolas y otras medidas de protección de ciertos sectores en los países ricos son una «herencia colonial». Bussereau manifestó su estupefacción frente a estas declaraciones.

Lamy había dicho que «no es criticable» el reproche de los países pobres de que «subsisten desigualdades» en el sistema comercial multilateral. Estimó que «no es una casualidad que haya más subvenciones y protección en los sectores en los que las ventajas comparativas de los países desarrollados son menos evidentes». «Es una herencia colonial, como si la descolonización económica no se hubiera terminado 50 años después de la descolonización política», argumentó, y citó los casos de la agricultura y del sector textil. GARA

Los acuerdos de libre comercio obstaculizan el desarrollo de los países más pobres

Los países ricos están sirviéndose de los acuerdos bilaterales y regionales de libre comercio para arrancarles a las naciones pobres concesiones que obstaculizarán su desarrollo, según la organización Oxfam. Veinticinco países pobres han firmado ya acuerdos de libre comercio con estados más ricos y hay otros más en fase de negociación, según un estudio la organización. Actualmente hay en vigor 250 acuerdos regionales o bilaterales de ese tipo, que rigen el 30% del comercio mundial de bienes y servicios.

«El comercio es importante para el crecimiento, pero esos acuerdos son malos para el desarrollo ya que exigen a los países en desarrollo enormes concesiones de carácter irreversible sin que los ricos den casi nada a cambio», critica Oxfam. El informe señala los distintos modos en los que esos acuerdos suponen una amenaza para los intereses de los países pobres: las reglas sobre inversiones que contienen niegan a los gobiernos el derecho a proteger a los trabajadores, el medio ambiente y la economía y pueden exponerlos a reclamaciones de miles de millones de dólares. La introducción de reglas sobre propiedad intelectual dificultan el acceso de los pobres a muchas medicinas con las que combatir enfermedades y epidemias, amenazan los métodos agrícolas tradicionales y privan a esas poblaciones de sus derechos sobre los conocimientos tradicionales. Las drásticas liberalizaciones de aranceles aduaneros que exigen esos acuerdos ponen en peligro los medios de subsistencia de los agricultores pobres e impedirán su desarrollo económico.

También destaca que la maraña de tratados de libre comercio que se está tejiendo erosiona el multilateralismo, reivindicado por la OMC. En los primeros diez años después de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se eliminaron en México 1,3 millones de empleos agrícolas. Si bien en un principio a cambio se crearon puestos de trabajo en el sector manufacturero, la competencia de mano de obra más barata de China llevó a deslocalizaciones y a la destrucción de 200.000 empleos entre 2001 y 2004. En Perú, hasta 900.000 personas podrían verse privadas de medicinas si prospera el acuerdo de libre comercio entre el país andino y EEUU. GARA

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