Vaya por delante que en lo que al aspecto deportivo se refiere, el Sevilla fue superior a Osasuna en el Sánchez Pizjuán y justo vencedor de la eliminatoria. Lo digo porque no quiero que se entienda como pataleta lo que a continuación se va a reseñar.

Dicho esto, no se puede eludir la realidad de que el conjunto hispalense parece no saber digerir su incontestable trayectoria. Al no tener muy claras sus posibilidades de superar a los rojillos, dio inicio a una particular guerra psicológica el día anterior al partido.

Así, con la connivencia de los delegados de la UEFA, los de Ziganda tuvieron que irse a entrenar a la ciudad deportiva sevillista -con la consiguiente incomodidad de la distancia- por unas supuestas malas condiciones del césped del Sánchez Pizjuán, que se transformaron en una patente falacia cuando con estupefacción se pudo observar cómo el campo se regaba en los inicios de ambos periodos.

Los responsables de la entidad futbolística europea siguieron con los ojos cerrados en lo que se refiere a las condiciones en las que tuvieron que ejercer su trabajo los medios de comunicación. Debiendo ejercer su tarea al lado de algún que otro energúmeno -sin separación física con los aficionados hispalenses- antes, durante y después del partido, la labor periodística se vio incluso en algún caso cortocircuitada por trabajadores del Sevilla. Por no hablar de las increpaciones a aficionados rojillos. Lo dicho, hay que saber ganar.