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Maite SOROA

Loas madrileñas a J. J.

Para ver el valor de lo que tenemos en casa es conveniente, en ocasiones, esperar a que un visitante nos lo haga ver. Santos Juliá, en «El País» del domingo nos lo ponía negro sobre blanco. Se refería a las contundentes declaraciones de J. J. Imaz contra la posibilidad de que el proceso continuara después del 30-D: «que una declaración tan rápida, tan inequívoca y tan cargada de consecuen- cias políticas no saliera de ningún portavoz gubernamental resaltaba todavía más la singularidad y el valor cívico de la reacción de Imaz».

Había más loas: «Podría temerse entonces que una golondrina no hace verano, y que ya habría ocasión de que retornaran las consabidas ambigüedades, equidistancias, compresiones, que durante años caracte- rizaron la doble moral que el nacionalismo vasco moderado reservaba para su pródigo hijo extremista. Pero (...) por vez pri- mera en no sabe cuánto tiempo, nos llega desde la sede del PNV un lenguaje claro, directo, nada metafórico ni equívoco».

Pero Juliá tiene una explicación para su entusiasmo: «En ningún caso, sostiene Imaz apuntando al meollo del discurso de Batasuna, el terrorismo es consecuencia de ningún conflicto político. Ah, si hace treinta, veinte, diez, cinco años hubiera el PNV llamado terrorismo al terrorismo y lo hubiera desvinculado por completo de un supuesto conflicto; si hubiéramos oído a políticos, obispos, intelectuales nacionalistas una condena directa del terrorismo sin estribillos ni equidistancias». Lo que no explica Imaz es a qué responde, pues, el nacimiento y la existencia de ETA. Siento curiosidad por conocer su versión.

Parece, además, que Juliá tampoco le ha oído bien a Imaz. ¿O será Ibarretxe el que se equivoca? Lean, lean: «La consecuencia política de esta irreprochable actitud es también clara: como el terrorismo no es producto de ningún conflicto, no es posible hablar con ETA».

Al columnista le entusiasma la contundencia con que carga sus argumentos contra la izquierda aberzale: «Con un añadido dirigido a la gente de Batasuna: `Que se olviden de noso- tros si no son capaces de hacer política'. Y de nuevo en una actitud que alguien en el Gobierno debía tomar como ejemplo, ha pedido que no se lancen `señales equívocas' y ha dirigido a Batasuna la única recomendación posible: que no enreden; que si quieren presentarse a las elecciones, ya saben lo que tienen que hacer». Ni el mecanógrafo que picó el texto de la Ley de Partidos lo veía tan claro.

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