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El reclamo de los huelguistas toma mayor dimensión y la Policía responde brutalmente

Dos jóvenes se encadenaron a un bidón de hormigón al final de la cuesta de Labrit a favor de los gaztetxes y de la libertad de Xabier Errea. Se cortó el tráfico y llegó la Policía española, que expulsó violentamente a la gente allí reunida. Tardaron tres horas en soltar a los jóvenes.

Jasone MITXELTORENA |

Dos jóvenes de la iniciativa «Iruñerria piztera goaz» se encadenaron ayer a un bidón de hormigón al final de la cuesta de Labrit cortando el tráfico en todas las direcciones. Las calles quedaron cortadas hacia las 20.00 cuando se colocaron triángulos que señalizaban la interrupción del tráfico. Seguidamente llegaron los participantes de la marcha con bicicletas, y el cruce se convirtió en una plaza de fiesta y reivindicación: a favor de los gaztetxes, a la libertad de Xabier Errea, en contra de Yolanda Barcina y la Policía Municipal. La alegría duró poco, pues la Policía española, rompiendo con la tranquilidad mostrada los últimos días, activó su lado más violento: empezaron a desalojar a los jóvenes que se hallaban sentados en el suelo llevando a rastras a la gente y golpeándola a porrazos.

La gente reclamaba calma, pero los agentes se ensañaban más por momentos. Una vez que despejaron el cruce llegó el jefe de los municipales, Simón Santamaría, y aunque los agentes le indicaron que no era posible soltar a los jóvenes encadenados, empezó a forcejear entre insultos y gritos de toda la gente que los rodeaba. A la espera de una solución, en relativa calma, tanto Santamaría como otro agente de paisano se entretuvieron empujando el bidón de hormigón. Los encadenados protestaban, pues corrían el peligro de romperse el brazo, pero los agentes insistieron varias veces.

La gente se había congregado en las aceras y ante los ánimos que transmitían, los policías decidieron despejar la zona y emprendían contra todo aquél que se encontraba cerca.

Una hora más tarde llegó la Policía Foral y procedieron a romper el hormigón. Las furgonetas ocultaban la maniobra y expulsaron a los periodistas. Mientras tanto, la Policía española seguía amenazando a los jóvenes que, aunque los mantenían lejos, se hacían oír animando a los encadenados y protestando contra la actuación represiva de los agentes. Uno de ellos fue detenido. Los forales tardaron más de dos horas en soltar a los jóvenes: uno de ellos fue traslalado en ambulancia debido a un ataque de asma, y al segundo lo llevaron detenido.

en ambulancia

Uno de los jóvenes que se encadenó tuvo que ser trasladado en ambulancia, tras sufrir una ataque de asma. Su compañero fue detenido, igual que otro joven que protestaba por la actuación policial.

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