«La izquierda abertzale fija a veces la responsabilidad donde no está»
Mikel JAUREGI | DONOSTIA
Uno de los ejes principales de su campaña ha consistido en mostrar un compromiso para crear una ola social a favor de la paz y el acuerdo político. ¿Cómo se hace eso?
Hay diferentes instrumentos que se han puesto en marcha para fomentar la participación de la ciudadanía en la resolución del conflicto político vasco y en la paz. Un ejemplo es la iniciativa emprendida por el lehendakari y el Gobierno Vasco, que se ha extendido a diversos ayuntamientos. Nosotros, por supuesto, vamos a participar en ella, pero además hemos tomado la decisión, si es que nos toca la responsabilidad de llevar la Diputación en la próxima legislatura, de poner en marcha iniciativas en ese sentido. Creemos clave ofertar a la juventud instrumentos para participar en ese ámbito y tenemos en mente poner en marcha un programa que se llama «La juventud, líder de una nueva cultura política». El objetivo es que este país no vuelva a situaciones del pasado, no demos marcha atrás, apostemos por un futuro de paz y normalización.
El compromiso llega en un momento en el que parece que las cosas no marchan nada bien.
No, no parecen que estén muy bien y, además, hay elementos que nos retrotraen a situaciones anteriores.
¿Como la incomunicación entre los agentes políticos? ¿O se sigue dialogando?
La verdad es que el momento es realmente preocupante. El proceso se diseñó sobre dos vías: una desde la perspectiva de la paz, en la que el Gobierno español y ETA iban a tratar de llegar a un acuerdo en aspectos de desmilitarización y humanización; y la segunda relativa a la política, en la que el objetivo era la puesta en marcha de una mesa de partidos o mesas de partidos que abarcaran a Hegoalde. Todo ese esquema parece que se ha bloqueado. Pero me niego a afirmar que eso esté totalmente cerrado, porque resulta muy común, y además es necesario, que se mantengan contactos confidenciales o secretos. Albergo la esperanza de que los hilos no se hayan roto del todo.
La izquierda abertzale acusa directamente de la crisis a su partido y al PSOE...
A finales del pasado año, hacia octubre-noviembre, hicimos todos los partidos, pero fundamentalmente el Partido Socialista, la izquierda abertzale y el PNV, un esfuerzo para llegar a un acuerdo de bases para poner en marcha una mesa de partidos, o mesas de partidos; desgraciadamente, no tuvo éxito. Ahora no me parece nada constructivo empezar a echarnos los trastos a la cabeza. La ciudadanía nos demanda soluciones.
Hay dos cimientos fundamentales en todo este proceso. En primer lugar, la ausencia de violencia, porque un escenario de paz y normalización política sólo puede ser factible si la violencia desaparece; es por eso que nos preocupa mucho la actitud de ETA, tanto por el atentado de la T-4 de Barajas como por la indefinición de su posición en los comunicados posteriores. La segunda de las bases es el respeto a la decisión mayoritaria de la sociedad vasca y, en este momento, el Estado no reconoce ese derecho democrático. Para que el proceso avance tiene que ser en condiciones de democracia, y para nosotros el respeto a la libre decisión es una condición sine qua non.
Ha comentado la necesidad de no dar marcha atrás, ¿pero la anulación de listas no nos sitúa precisamente en el pasado?
Hay mucho ruido en esta cuestión y se crea mucha confusión. El mejor antídoto contra esa confusión es hacer una lectura ajustada y objetiva de lo que significa la aplicación de la Ley de Partidos, aprobada por el PSOE y el PP en un contexto determinado. El 30 de diciembre de 2004 se puso en marcha en el Parlamento Vasco una dinámica mediante la cual se aprobó un Estatuto Político, que el lehendakari fue a presentar el 1 de febrero de 2005 a Madrid. En ese momento en el que una mayoría política de Hegoalde, en el ámbito de la Comunidad Autónoma, se posiciona a favor de dos bases fundamentales, el reconocimiento del pueblo vasco como sujeto político y su derecho a decidir, el Estado pone en marcha una ofensiva para sacar del ámbito político a uno de los agentes. Por tanto, la Ley de Partidos tiene una intencionalidad política clara: desvirtuar la correlación de fuerzas.
Y al igual que hace cuatro años, volverá a estar desvirtuada tras la contienda electoral y otra vez se hablará de la falta de legitimidad de las instituciones.
Eso es, porque con la exclusión de una parte importante de esta sociedad se repite la situación antidemocrática de dejarla sin representación política. Nosotros vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para darle la vuelta. Lo que sucede es que a veces se tiende, por parte de la izquierda abertzale, a focalizar la responsabilidad fuera de donde reside. Esas maniobras de desvío responden también a una intencionalidad política y electoral, y me parece que no son de recibo, porque no son justas y no son ciertas. El PNV siempre ha mantenido una postura firme en contra de la Ley de Partidos. Y digo más: siempre hemos dicho que este pueblo necesita que la izquierda abertzale realice una apuesta definitiva por las vías políticas y democráticas, y para eso es clave que participe en las elecciones en igualdad de condiciones.
Supongo que se refiere a los actos de protesta ante distintos mítines. ¿Qué le pareció el calificativo de «parásitos y garrapatas» utilizado por Josu Jon Imaz contra los manifestantes?
Yo recordaría la idea que desarrolló el lehendakari cuando un grupo de personas vino a interrumpir un acto político del PNV en Gasteiz: «Por un lado, hablan en contra de nosotros, pero, por otro, se quieren sacar la foto con nosotros». Creo que hay toda una dinámica de actuación contra la campaña que está realizando el PNV, incluso algunas veces de boicot. De todas formas, siempre digo una cosa que a lo mejor puede resultar chocante: no me parecería mal que se produjeran este tipo de actuaciones si se desarrollan en ámbitos de no-violencia. Ese tipo de actuaciones y de boicots, aun siendo graves, no los vivo con una dramatismo especial; los encajo, y con deportividad.
Es inevitable empezar a hacer cábalas sobre posibles pactos post-electorales. ¿A qué aspira la candidatura de Markel Olano? ¿Qué mapa político observa en Gipuzkoa tras el 27-M?
Tengo un objetivo claro, mantener en la Diputación Foral de Gipuzkoa y en los ayuntamientos que sea posible la fórmula que en estos momentos está sustentando al Gobierno Vasco: la de PNV, EA y EB, en este caso con Aralar. Consideramos que es un espacio político socialmente clave tanto desde la perspectiva de gestión como desde la de la paz y la normalización.
¿Descarta al resto, como al PSE?
Lo tengo ya muy claro. Al día siguiente de las elecciones las primeras llamadas que vamos a hacer serán a EA y EB-Aralar.
El caso del supuesto fraude en la oficina de Haciendo de Irun ha estallado en plena campaña. ¿Irán hasta el final, caiga quien caiga, como dijo el miércoles?
Como manifesté en el acto de Irun, ha sido la Diputación la que ha detectado el presunto fraude, la que ha puesto en marcha toda la investigación, la que ha puesto en manos de la Fiscalía toda la información y la que se ha personado como acusación particular. Esas personas, presuntamente pero con un alto grado de probabilidad, han robado una muy importante cantidad de dinero, y con ese tipo de comportamientos hay que tener tolerancia cero. Hay que conocer toda la trama, recabar toda la información e investigar, desde las perspectivas penal, administrativa y política, todas las responsabilidades y depurarlas. La frase que resume la posición del PNV es «tolerancia cero con esta dinámica, caiga quien caiga».
El PSE está siendo especialmente crítico con su partido con este tema.
También lo dijimos el miércoles: el Partido Socialista en estas cuestiones siempre se ha enterado por la prensa, porque siempre ha intentado ocultarlas. No como nosotros, que hemos sido los que hemos investigado y los que hemos informado a la prensa. Ellos nunca han denunciado este tipo de actuaciones; incluso, diría más, han prestado su apoyo público a personas que han robado o que han llegado a hacer cosas mucho peores, como asesinar. La actitud mantenida por el PNV y la Diputación ha sido la adecuada, aunque también se debe realizar una autocrítica, porque los mecanismos de control ordinarios de la Diputación han sido ineficaces. Por ello, abogamos por el incremento y reorganización sobre los actuales mecanismos de control y el fortalecimiento del papel de control de las Juntas Generales respecto a temas fiscales.
Dolido, enfadado, decepcionado... ¿Cómo se siente con esta cuestión?
Cabreado, enfadado y ofendido. Porque este tipo de cosas lo que hacen es marcar a un grupo de personas o a una organización como es el PNV, y también a una institución como la Diputación Foral de Gipuzkoa. Una serie de personas se han valido de la confianza depositada en ellas para, presuntamente, robar a la ciudadanía. Es verdaderamente imperdonable.
Tampoco resultó fácil para el PNV la pre-campaña en Gipuzkoa, a resultas de lo ocurrido con Jon Jauregi. ¿Está olvidado?
Olvidado no está, lo que pasa es que estamos metidos de lleno en la dinámica de la campaña. Pero fue una acción deliberada contra el Partido Nacionalista Vasco.
¿Desde el seno del partido, como apuntaron Egibar y Arzalluz?
Lo dejaría así: es un acción en contra del PNV en su conjunto y de quienes lo integran. Se ha pretendido dañar al partido, al proyecto del partido y a las personas del partido. Es cierto que han logrado dañar a una parte del partido y a unas personas, especialmente a Jon Jauregi y a su familia, pero desde el punto de vista del partido y de su proyecto ese intento ha fracasado. M. J.